sábado, 29 de diciembre de 2012

Lève les voiles, the year is over

Ha salido el sol todos los días. Hemos podido coger flores los sábados por la mañana, cantar juntos hasta quedarnos sin voz. Hemos salido a correr todas las mañanas y hemos gritado al llegar a meta. Hemos sabido aprovechar cada domingo por la tarde, hemos disfrutado de las películas. Supimos dar ese paso, ese beso. Supimos cerrar los ojos a tiempo, para no llorar. Nos casamos, se casaron. Estuvimos siempre alegres, no nos dejamos influir. Dimos gracias y pedimos perdón. Nos compramos ese abrigo de la tienda de la esquina y regalamos todos los discos que nos gustan. Bailamos la discografía de Cat Stevens y nos pisamos los pies sin importar. Salimos a escena seguros de nosotros mismos, tuvimos suerte. Desvelamos todos nuestros secretos y confiamos otros tantos. Leímos hasta aumentar diez dioptrias la miopía de la abuela. Escuchamos llorar, reír, gritar. Escuchamos con atención y aprendimos. Cogimos los aviones sin retrasos y conocimos tres países en una tarde. Hablamos más de una lengua sin darnos cuenta. Nos enamoramos. La noche siempre ha sido noche y el mundo se ha acabado. Este año también se va. Si no lo has hecho, si no te ha dado tiempo, corre, todavía estas a tiempo. Llámale y ¡vive como quieras!

jueves, 20 de diciembre de 2012

Only God knows better

Será algún día, cuando tú lo sepas y me lo digas. Cualquier hora del día menos las noche, no me gusta la noche. Vendrás hacia mi caminando como a mi me gusta, hablando de lo que haremos y recordándome que eres el único que lo sabe. Que solo tú has oído la sinceridad de mis labios. No podré decir que eres el único que me ha visto llorar, ni para el único que canto. Pero seré la única que baile contigo esa canción, que sepa que odias bailar esa canción pero que la bailas porque estás conmigo. Estarás conmigo así, como si nada. Sin complejos y lleno de compromisos, hasta el cuello de hermosas promesas que juntos iremos cumpliendo. Sabrás que no aguanto más de dos minutos sin saber algo, que solo querré estar contigo y que imagino que te pierdo por valorarte más. Sabrás cosas que solo tú debes saber y nadie podrá contarte más que yo. Encenderás una vela por mí si algún día falto y proclamarás al mundo que eres el único que me conoce y no será mentira. Te espero, es todo, sigo esperando ese día. 

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Foolishness

Hoy es 12 del 12 del 2012. No podía dejar de decirlo. Que conste que yo lo he vivido. Tendremos que esperar hasta el 3001 para repetir la broma del 1 del 1 del 2001 y derivados. Y creo (espero) que para entonces habré pasado a mejor vida... 

Happy Christmas

Aunque no hay nieve, aunque los niños no hagan muñecos blancos con nariz de zanahoria. Aunque haya menos luces que otros años, aunque haya más gente fuera que dentro, aunque no estemos todos, aunque cueste creerlo: siempre será Navidad. Pasearemos por las calles de un Madrid frío con olor a castañas asadas. Conoceremos lo que es ahorrar en vino y turrones, repetiremos una y otra vez Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo. El Merry Christmas Yoko, Merry Christmas John resonará incansablemente en nuestro oídos y la Alegría que trae el 24 de diciembre nos abrirá una vez más las puertas a la vida nueva, al año nuevo. Merry Christmas folks and a Happy New Year.

J suis perdue

Parece que la mala suerte me persigue. La historia se repite y nadie quiere reconocerlo. Siempre me pasa lo mismo. Hoy le he vuelto a ver, siempre igual, repitiendo mi nombre a cada segundo. No sé cómo tomármelo, supongo que por lo menos los ángeles se estarán divirtiendo. No es que me hayan cortado la trama sino que me la han cambiado, ya no sé qué es lo que va a pasar. Estuvimos hablando, recordando estupideces de antes y contando las de ahora. Yo no dejaba de preguntarme por qué a mí. Y todas las noches lo pienso. No sé a donde mirar cuando él me mira, cuando todo vuelve a pasar. Dos años después la vida revuelve el pasado y le trae a mi lado. ¿¡Por qué!? Supongo que lo único que puedo hacer es intentar no dejarle escapar esta vez, por mucho que los ángeles se pongan caprichosos y quieran jugármela. No lo soportaría, un amor por entregas.

martes, 27 de noviembre de 2012

Waltz for someone

El tiempo se lo come todo. Deja pasar las horas sin pararse a mirar. No se piensa ni un momento qué es lo que viene después. Nunca lo habría pensado así. Me imaginé al tiempo sentado en su sillón de agujas rotas, con la alarma en la mano. Nos avisaba de que ya era tarde. Habíamos dejado pasar las horas como él, sin darnos cuenta. Los momentos se deslizaban entre nuestros dedos y ni cerrando las manos conseguimos pararlo todo. No, ya era demasiado tarde. Éramos viejos para enamorarnos de nuevo. Nos limitamos a ser medianamente románticos, con un beso por las mañanas, un desayuno juntos en cualquier café y las bromas que no dejaste de hacerme durante toda tu vida. Me imaginé al tiempo llorando por tu pérdida. Te habían cortado la trama, ya estabas a miles de segundos de mí, ya eras parte de la historia. Tu cara se borraba de los álbumes de fotos al igual que las lágrimas desaparecían tímidamente entre mis arrugas. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Bienvenido a este instante

Cogí el metro en Príncipe Pío, como siempre. Había quedado en Alonso Martínez a las 17.30. Iba leyendo a Jane por el camino y tropecé contigo. Tú no me viste pero yo, por encima de las páginas del libro, vi como sacabas unos apuntes de algo con fórmulas y empezabas a pensar. Pensabas tan lejos de mí que ni sentiste mi mirada. Te bajaste también en Alonso Martínez y te seguí por detrás, la escalera iba llena y subíamos torpemente pisando a la gente, te pisé sin querer. No quería que me vieras. Te diste la vuelta y me miraste. Al reconocerme, me diste dos besos corteses y seguiste subiendo, para no molestar. 

Nos despedimos como idiotas sabiendo que estaríamos juntos toda la vida, tú con tus números y yo con mis historias. Pero todavía no nos habíamos dado cuenta del todo.

Good morning,

La taza roja de Nescafé, se le ha roto el mango. El tarro de café en la despensa, el azúcar, leche y un minuto en el microondas. Los mails leídos y la tostada quemada. La música que me despereza y el agua fría de la ducha. 8.00 despertar a Almu, Gema y Juan. Colacao, leche y galletas. Peinar, coser y colonia. En el coche ofrecer el día y cantar hasta llegar tarde a clase. Besos, merienda y adiós. 


lunes, 12 de noviembre de 2012

Un cadeau

Cogiste un libro al azar, pagaste los cuatro chelines que costaba y lo envolvieron en papel verde. Llegaste tarde a casa, la puerta  estaba abierta. La cena ya estaba preparada, sonaba el gramófono al fondo y se oían risas en la cocina. Ellen estaba recolocando los vasos en la mesa del comerdor, dice que van en medio, no a la derecha del plato. Te quitaste el abrigo y lo colgaste en el perchero de elefantes, el que trajo tio Alan de la India. 

- ¿Qué está usted haciendo tía Ellen?
- ¡Oh Alfred! ¿Acabas de llegar o has estado cotilleando un rato la casa? ¿Te gusta?
- No, no, acabo de llegar. Todavía no he visto nada. 
- Pues ven que te la enseño... Bueno primero querrás saludar a Evelyn.
- Si, me gustaría verla...
- ¡Qué educado eres hijo! A ver... ¡Evelyn! Acaba de llegar Alfred y ha insistido en verte a ti antes que la casa.

Carrie estaba contándome lo que pasó en casa de los Collins la noche anterior.  Al pobre Adam le hicieron cantar el himno unas doscientas veces, pobre. Al verte dejé de reirme. Odio cómo habla de tí la tia Ellen. Era la primera vez que venías a casa. No sé como no me avisaste para que saliera a recibirte. Inmediatamente me quité el delantal.

- Dejale tía Ellen, yo le enseñaré la casa. Para algo es mi invitado...
- ¡Qué descarada es! Haz lo que quieras, yo terminaré de preparar los canapés, como siempre. 

Entonces, en silencio, recorrimos el largo pasillo. Al doblar la esquina, sabiendo que Carrie y tía Ellen quedaban lejos, en la cocina, me cogiste la mano y me diste 'Las Zapatillas Rojas' de Andersen. No dijimos nada. Yo no me atrevía a decirte nada.

Aquella noche, al echarme en la cama le pedí a Dios que de vez en cuando pasearamos por ese pasillo como aquella maravillosa tarde de otoño, sin hablar. 

En la cena contestaste educadamente a las impertinentes preguntas de tía Ellen e hiciste muchas bromas sobre el color de la salsa de almendras. Creo que fue entonces cuando decidimos que siempre viviríamos cerca de tía Ellen, para hacerla reír.

Me alegro tanto de no haberme movido de Londres, seguir estando enamorada de los cuentos de Andersen, de no cansarme de pensar en ese otoño... De haberme casado contigo. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

No patience but love

Echaba de menos la nieve cayendo al otro lado del cristal. Echaba de menos tus discos de vinilo y el café a las seis y media. Echaba de menos cada paso que crujía en la vieja escalera, los niños estrenando pijama. Echaba de menos el baile de Nochevieja, no dejaba de darle vueltas al menú de Navidad, quiero cambiarlo, todos los años hago a lo mismo. Echaba de menos peinar los negros rizos de Marga y contarle eternos cuentos al pequeño Simon. Echaba de menos el olor a Oporto que invadía la casa los 6 de enero desde 1999. Estaba sentada cosiendo en el sillón del porche mientras echaba de menos la Navidad. Queda todavía todo un mes y ya quiero ponerme a preparar el pavo. Estoy empezando a exagerar lo de la impaciencia.

martes, 6 de noviembre de 2012

Erasmo

Erasmo se levanta todos los días a las 7.30. Deja sonar la alarma unas cincuenta veces antes de desperezarse y se pone en pie. Recoge la ropa, se va al baño y se ducha. Avanza despacio por el pasillo meditando sobre cualquier cosa menos lo que piensa desayunar. Erasmo coge el ascensor porque es muy vago. No vive en un octavo piso pero le gusta esperar el ascensor, lo prefiere. Entra en la cocina y medio mundo está calentando cafés y tés. Digo medio mundo porque Erasmo vive con, literalmente, medio mundo. Le presta la cuchara a un albanés al mismo tiempo que le roba el jabón al australiano. Después de debatir un poco sobre la situación econconómica de Taiwan, Erasmo se bebe el café y lo guarda todo en su armario número 72. Es pequeño y está desordenado. A las 9.30 Erasmo tiene clase de historia de algo en Uni Bastions. Coge su bicicleta burdeos y empieza a pedalear por la Rue de Lausanne, huyendo de los aromas indios que le abren nuevamente el apetito. Erasmo ha aprendido a no comer demasiado. La ciudad también madruga y los obreros ya taladran toda la Rive Gauche del río. El Jet d'Eau sobrevuela Ginebra y Erasmo llega a tiempo a clase. Inglés, francés y algo de español llenan los pasillos de la Fac des Lettres y Erasmo devora las clases hasta el final. 

La noche llega a la internacional ville a eso de las cinco de la tarde. Entonces Erasmo ya ha comido, merendado y puede que esté en cualquier biblioteca releyendo a Skinner o quizá piensa que Madrid está muy lejos, que no está en casa... Pero sabe que este año se lo han regalado en Ginebra y jamás se volverá a repetir.

jueves, 25 de octubre de 2012

I'm a dreamer

Hacía veinticinco años que no te veía. Te habías cortado el pelo y ya no te pintabas las uñas de rojo. La sala estaba llena de viejos recuerdos pero al verte allí me envolvió el aroma de muchas tardes de película y chocolate, de batidos y canciones. Vi a mi amiga y sonreí. Quería contártelo todo, desde París hasta mi querido Melbourne.

Y empezaste a contarme que jamás abandonaste Denver, que llevabas la sección de niños en la biblioteca estatal y que tenías dos hijas, Amanda y Kimberly. Conociste a tu marido en una fiesta de fin de año y os casasteis después de tener a la mayor que ahora cumplía quince años. Parecías feliz, pero yo conocía todos y cada uno de tus sueños. 

Decías que tendrías una tienda vintage en Candem Town y saldrías en las revistas. Que un día en el metro de París te cruzarías sin querer con un argentino que luego sería tu marido y que Zac, Jill y Holy eran los nombres que llevarían tres de los muchísimos niños que ibas a tener. Yo conocía a la Megan soñadora y risueña. Conocí a la melena rubia que pasaba de los silbidos en el pasillo del comedor, tú te merecías algo más que un jugador de fútbol guapo y simpático. No veía a la bibliotecaria de la Colorado State Library. Yo veía a mi Megan...

- Y tú Grace, ¿qué ha sido de ti?
- Todo me va muy bien, muy bien...

lunes, 22 de octubre de 2012

Tableau

No puedo evitar las lágrimas que escapan de mis ojos. 
Parecíamos la típica historia de amor que se vende a 1,95 en la Casa del Libro. Sentados como dos peluches en un escaparate en cualquier banco del Paseo del Prado. Olías a mantequilla como siempre que quedábamos a las 10 en los Jerónimos. Tendríamos 19 años aquel mes de octubre, bueno tu 18 porque los cumplías en diciembre. Sigo viendo todos los días a la mujer que pide al pie de la Cuesta de Moyano. Al verla se me repite lo que decías, eso que me explicaste de que era una mafia que los manipulaba para quedarse el dinero. Pero hoy no he querido sentarme donde siempre, me he metido en el museo. Y como una posesa he empezado a subir escaleras y escaleras. Aunque no lo creas ya me ubico en El Prado. Llegué medio ahogada al retrato de la Condesa de Chinchón con sus maravillosos rizos pelirrojos. Tú decías que tu abuela los tenía iguales, me habría gustado conocer a tu abuela. No han abandonado la costumbre de poner bancos en las salas así que me he sentado con el folleto de una exposición de Murillo que hay ahora, la chica de la puerta no ha resistido la tentación de colocarme uno. Al abrirlo he visto tu cuadro favorito y ahí estaban otra vez las gotas saladas en mi mejilla. Es difícil creer que te quedaste para siempre en los pasillos del museo, en el café de Neptuno, en la tienda de dulces de la Plaza de Canalejas. Pero me lo prometiste, me dijiste que cada vez que entrara con Julia en La Violeta le contara lo mucho que le gustaban a papá esos caramelos. Yo a cambio te prometí, no hablarle de lo maravilloso que habrías sido,  nunca pensar en ello. No he podido soportar más los rizos de la pobre condesa. He salido enfadada de la sala y Rubens me ha echado con descaro unos pincelazos de alegría con destellos dorados. Miro el reloj y ya son las cuatro, a y media sale Julia de colegio, voy a traerla a lo de Murillo, creo que le va a gustar. 

lunes, 15 de octubre de 2012

Avec des enfants

Siento que voy a desaparcar muchas veces una gran furgoneta azul oscuro. Voy a repartir meriendas desde el asiento de delante. Voy a viajar cantando todas las canciones que se me habían olvidado. Espero elegir muchos nombres y hacer millones de coletas en mi vida, voy a escuchar todos sus amores y sus penas. Voy a hinchar bicicletas, voy a comprar todos los balones que necesiten y voy a celebrar los goles como la que más. Voy a llorar cada vez que cumplan años. Voy a saber leer cuentos poniendo voces, voy a viajar a su lado allá adonde ellos me lleven. Brillarán nuestros ojos en su mirada. Aprenderé a transmitirles todo el amor que mi corazón lleva dentro, voy a contarles cosas maravillosas del mundo e intentaré prepararles para lo peor. Y con todos ellos recorreré los sitios a los que no he ido, y al verles, al hacerles fotos, al besarles, me acordaré de cómo mi madre vivió conmigo. 

jueves, 4 de octubre de 2012

Midnight

Había cosas que solo yo podía adivinar, que solo yo sabía. Al entrar de nuevo en aquel ambiente, la gente y el idioma en el que nos hablábamos. El pseudocultismo que postulaban aquellas melenas rojas bebidas de años entre libros empañaban la realidad. El hecho de ser un grupo de idiotas adolescentes en su peor crisis podía con nuestros conocimientos. Nadie más podía hacerlo, mezclar ron con coca cola mientras hablábamos de por qué Wittgenstein se rindió ante la imposibilidad de encontrar la verdad del lenguaje. 

Por eso al volver a esa situación, volví a estar frente a ti hablando de simplezas. Resultaba extraño traducir tus miradas como lo hacía antes, sentir los dos besos de bienvenida acompañados de un anciano escalofrío. No era normal reírme contigo y ver que los dos habíamos crecido, que ya no me volvía cereza al oír mi nombre en tu boca sino que sentía un cariño increíble. 

Las calles de Madrid alucinaron conmigo aquella noche, al vernos pasear juntos. Fue como borrar un ensayo filosófico y volverlo a empezar. Fue una segunda oportunidad en letras grandes, fue un midnight in Paris sin forzar sonrisas, fue un perdón y un gracias. Y quién sabe, quizás fue el final de una historia que empezó hace muchos años. 

martes, 2 de octubre de 2012

Todo son canciones en tu cabeza

El volante se mueve involuntariamente al ritmo de tus dedos. Los Beach Boys adornan la vuelta a casa al ritmo de unas buenas vibraciones. Pasas de canción, hoy no estás disponible para ellos. Arranca un clásico de Bob y entonces lloras como una idiota, sola en el coche, escuchando la canción que Papá cantaba al volver de casa de los abuelos, subías con él en el ascensor y te reías porque en vez de oír the times they're changing tu infantil cabecita escuchaba lalakwaigonjinn. El semáforo está en rojo, te secas la cara con la chaqueta. El cielo se une a tu llanto y empieza románticamente a llover mientras recuerdas aquella canción. Estás a cinco minutos de llegar a casa, Bob ya no canta ahora suena ella, Twain, Shania que no Mark. Entonces te ríes como una idiota, intentas aparcar y te ves retrospectivamente frente al espejo del pasillo bailando con Nicolasa, recuerdas como Alicia se las sabía todas y las pequeñas tarareaban palabras sin sentido. Por fin está aparcado, tu querido Citroën. Bajas pero en tu cabeza Shania tararea suavemente Take two... Sigue lloviendo y te has olvidado las llaves. Sabes que él nunca coge el telefonillo a la primera, pero no ha dejado de llover. Por fin estás subiendo las escaleras y te vienen a la cabeza los bailoteos de Marcos con cualquier música, Juan y Pedro Guerra, Mamá cantando con la guitarra, Papá transformado en Serrat... 

Al abrirte la puerta no se da cuenta de que es una canción más, la canción de tu vida. Gracias a Dios la música no te ha abandonado, creo que no habrías sobrevivido. 

another perspective

Todas las mañanas cogía el mismo metro. Todas las mañanas con sabor a pasta de dientes. Siempre se sentaba en el asiento cerca de la puerta. No cambiaba jamás de vagón, por muy lleno que fuese. Al subir sacaba su libro perfectamente forrado en papel de periódico, su abuelo le enseñó a cuidarlos. Empezaba a leer y al llegar a Liverpool Street lo guardaba de nuevo en el bolso y salía en orden, si molestar.

Si, así de aburrida era la vida de Claudy Morgan. Pero un día las cosas cambian, el tren no llega y no puede hacer todo con la calma que suele, no puede montarse en el vagón que le gusta porque está realmente lleno, no se sienta en su asiento porque hay una señora mayor y le deja el sitio, no puede leer su libro porque ya se lo ha terminado, no puede bajarse en Liverpool Street porque ya no trabaja alli. Está sentada en Trafalgar Square sin hacer nada. La librería en la que trabajaba cerró hace ya dos semanas y no le queda nada más que su abono de transportes anual.

Todas las mañanas sale de la casa de las hermanas, en Rosemont Road, camina hasta el parque más cercano y se sienta a desayunar el pan con mantequilla que le dan las monjas. Comparte con los patos mientras saborea la sensación de sentir que tiene algo que hacer. Al rato llega Miss Fagan con su pequeña Melissa. Trae el periódico. Claudy no puede evitar recordar sus libros perfectamente forrados en papel gris, los vendió todos en la librería de Charing Cross Road. Gracias a Miss Fagan, que lleva en la calle dos años, Claudy ha podido sobrevivir. Juntas van hasta Covent Garden, allí esperan en una eterna cola a ver si hay suerte. Si llegas antes de las 6.30 puede que te requieran en la carga o descarga de algún camión que venga desde Plymouth. Mientras se mancha de pescado o barre las hojas negras de lechuga, Claudy sueña. 

Sueña que se sube en el metro como cada día, abre su libro como cada día pero esta vez no va forrado de papel de periódico, ya no se baja en Liverpool Street. Ahora corre hasta la cafetería más cercana al río, la que más le gusta, abre su libro por donde le da la gana y siente que se rebela contra el aburrimiento que reinaba en su vida. 

En cambio ahora que no tiene nada, se aburre mucho menos. 

jueves, 20 de septiembre de 2012

20 segundos

La vió por primera vez en Roma, mientras aliñaba una ensalada de gulas y remolacha. Se reía con un par de amigas en la mesa número 8. Empezó a batir la mostaza, con el vinagre y las tres piedrecitas de sal gorda que siempre le echaba Fiorenzo. Levantó la vista y ella seguía riéndose, se tapaba la boca con la servilleta, estaba guapísima. Cortó un poco más la remolacha y dejó que soltara su dulce jugo por el cuenco. Micaela se acercó a la mesa 8 y anotó lo que las tres bellas señoritas querían tomar. Mosé le pidió que fuera terminando y él se fijó en sus piernas. Llevaba unas sandalias de tacón, como de piel pero con unos calcetines gordos, grises. Le dió la ensalada a Mosé con las gulas recién sacadas de la sartén. Puso a precalentar el horno a 180º y salió de la cocina, directo hacia la mesa 8. 

- Mi scusi, io vengo dalla chef. Volete sapere come si chiama.
-Cosima, ma come?
- Perché io non lo sapevo, il mio nome Lazzaro, sono lo chef.

Más rojo que un gazpacho que lleva demasiado tomate corrió a la cocina, se quitó el delantal, cogió tres o cuatro patatas, un cuchillo y salió a pelarlas mientras pensaba qué le diría después. Ya había tenido esos 20 segundos de coraje de los hablan algunos. 

Magdalenas

La Toscana sería el paisaje perfecto. Haría sol pero no mucho calor. Tú estarías fuera arreglando la estantería del salón, la segunda balda por ejemplo. Llevarías esa camisa color ocre que encontramos aquel otoño en Portobello y que sólo te pones para estar por casa. Yo estaría en la cocina, una cocina antigua pero que funcione. Una cocina de gas pero siempre limpia. Tendríamos un horno maravilloso en el que yo prepararía ricos bizcochos de chocolate para merendar y pasteles de queso y carne para comer. Si, yo sabría cocinar. Tendría que saber para que pasara. Me remangaría la camisa azul de lunares que le robé a mi hermana la última vez que fuimos a Londres y me ataría bien el delantal. En ese momento sacaría las magdalenas del horno y rociaría pepitas de colores por encima. En ese momento te darías la vuelta con cara de dolor.

- ¡Mierda, me acabo de cortar! ¿Eso son magdalenas? 

Te levantarías y te acercarías a robarme una. Entonces yo te miraría fijamente.

- Si tocas una de mis magdalenas te corto la mano.

Entonces te acercarías un poco más, como para besarme. Y entonces...

- ¡Mamáááá! ¡Pablo me acaba de destrozar el dibujo!

Me robarías la magdalena, yo arreglaría el problema de Mónica y al verlo sonreiría al ver como ya te la has acabado y entre migas te atreverías a decir que estaba deliciosa. 

Ese sería el momento. 

martes, 11 de septiembre de 2012

Ich brauche dich

No ha llovido prácticamente en todo el verano, no sé que hacer con el huerto y las flores de Frieder. Las ventanas siguen llenas de polvo y el disco que puso Rosa al salir se ha rayado, no deja de sonar un ligero repiqueteo. Mi vaso de leche ya está vacío y no he podido terminarme la tostada. Estoy muy cansada. En estos momentos Frieder solía poner buena música y dos copas de vino encima de la mesa y empezábamos a bailar hasta que yo me empezaba a reír y entonces él me besaba. Acabo de oír la puerta, espero que sea Rosa, le voy a pedir que limpie las ventanas, no puedo seguir viéndolas así. No, no parece que haya entrado nadie. Será el viento. Llevo tanto tiempo sola que ya no sé distinguir el viento de los pasos de mi hija. Estoy medio sorda y peso menos que nunca. Ojalá este cuerpecito me hubiese pillado con veinte años. Podría haber lucido aquel vestido de lunares rojos de mi madre, no, pero no, qué digo. Si hubiese estado como ahora jamás habría enamorado a mi Frieder, a él le encantaba mi cara regordeta, siempre me la llenaba de besos.. ¡Oh Frieder! Si supieras cuánto te echo de menos. Pero no voy a llorar, tú siempre me decías que solo podía llorar contigo, solos, que nadie se enterara de que yo estaba triste por nada. Decías que era una persona alegre, que siempre te había gustado eso de mi.
Frieder, vuelve por favor, necesito que cuides las flores y arregles el huerto. Necesito que enseñes a sumar a Jakob, necesito que Eloisa termine el puré para poder limpiar las ventanas y acostar a Peter, necesito que me beses otra vez, necesito que me levantes de este horrible sofá que me está destrozando la espalda, necesito que volvamos a casarnos...

lunes, 10 de septiembre de 2012

I wish

Quiero ser muchas, llegar a muchos lugares de maneras diferentes. Conocer a tanta gente que me sea imposible tener sólo un cuaderno para apuntar todos sus nombres. Me encantaría poder querer a tanta gente... Sueño con hacer grandes cosas, no tiene por qué saberlo nadie, no quiero ser famosa. Quiero hacer algo que me guste, creo que sólo así se puede ser feliz y hacer felices a los demás con lo que haces. Creo firmemente en el amor eterno y sé que él también, sé que llegará en cualquier momento para hacer todas esas grandes cosas conmigo. Pido sin cesar que se me abra un camino, ni fácil ni difícil, solo pido que sea mi camino, no quiero equivocarme. 

Porque siento que, si he nacido es porque voy a hacer algo, y si no lo hago nunca seré feliz. 

jueves, 6 de septiembre de 2012

Rêver c'est plus que gratuit

Jugaba a desenfocar los botones del ascensor. Miraba fijamente a ellos y al rato mis ojos se volvían miopes por segundos. Me encantaba poder ver con los ojos que veía la abuela. Iba pensando en lo que acababa de leer en el metro " Todo es posible si lo intentas" Qué frase más idiota. Llevo intentando entrar en la escuela de cocina cuatro años y todavía no he pasado la prueba de deshuesar un pollo. La frase tendría que ser " Todo es posible si tienes suerte y lo intentas" Otra cosa que nunca he logrado es encontrar a esa chica de la librería de la Rue de Lille. Solo sé que es rubia y lleva una trenza realmente preciosa, viste una falda de cuadros por encima de la rodilla y siempre lleva la chaqueta quemada de la ceniza que cae de su elegantísimo cigarrillo. Bueno supongo que en realidad no irá siempre así pero es así como yo me la imagino, seguro que se llama Apolline o Maude... Algo sonoro, original, algo que solo ella pueda responder a un..

- Comment vous vous appelez ? 
- Blanche
- Blanche ?
- Oui monsieur, qu'est-ce que vous voulez ?
- Bon, j'ai pensé que vous pourriez me dire un bouquin qui pourrait bien aimer ma vieille Mamie...
- Ah, bon ! Mais... Comment s'appelle-t-elle ? 
- Margueritte... 
- J'ai trop aimé ce lui là de Mann, mais la traduction c'est pas la meilleure... Peutêtre... ah bah ouais, Le lys de Brooklyn c'est trop joli. 
- Et vous vous lisez quoi ?
- Moi ? J'aime bien la littérature anglaise et aussi l'espagnole... 
- Moi j'adore le deux. Qu'est que vous faites vendredi soir...

Es horrible lo que puede dar de sí un viaje en ascensor. Vivo en el quinto piso de mi edificio pero cada día pienso en una chica diferente, voy a empezar a subir por la escalera... 

Stranger

Y cierro los ojos e involuntariamente viajo a ese campo verde, infinito. En el sueño estoy a tu lado, hablo contigo mientras siento que tu mirada rodea mis brazos. Es de esos sitios que siempre te apetecen. El tema de la conversación versa como tú siempre has querido. El viento sopla en nuestro favor e impulsa nuestros pies hacia otro sitio.... Otro sueño. El tiempo pasa rápido y ya somos cuatro. La música que suena de fondo nunca la había oído. Es la primera vez que bailamos entre papillas y llantos. Pero en este sueño todo es posible, es un sueño y se acaba. Abro los ojos y están llenos de lágrimas, tontas lágrimas de impotencia. 


¿Por qué no podemos saber quién eres? ¿Por qué no puedo ponerle nombre a la mano que me acompaña cuando duermo?




viernes, 24 de agosto de 2012

Humanamente testado

Son personas encerradas en un par de símbolos. En una realidad que sólo ellos entienden. Pasan horas delante de folios blancos a rellenar con fórmulas y garabatos. Los hay que lo hacen con un buen vino, una mítica canción o un simple traqueteo de lavadora... Siempre me los he imaginado en desiertas buhardillas destartaladas, en un despacho del último piso de la universidad de Tenesse o acelerando partículas (no sé todavía cómo) en Grenoble. Pero la realidad de todo esto es que son personas de verdad. Están creadas por el mismo Creador que el resto e incluso comen las mismas hamburguesas grasientas del Mcdonald's de Gran Vía. 

Si, está comprobado que los físicos también se enamoran. De un libro, de un número perfecto o de una bella mujer. Cuando resuelven la ecuación, el problema o consiguen cuadrar los pesos del objeto salen de aquellas madrigueras dispuestos a... Echarse una siesta supongo. Y luego como saben hablar, conocen gente. A mujeres físicas o filósofas, son capaces de cruzar palabra hasta con alguna extravagante actriz. En realidad son sus víctimas preferidas. 

Lo descubrí el otro día al salir del quinto despacho de la segunda planta de la universidad. Allí estaba, sentada comiéndose un enorme helado de fresa. Supe que estaba enamorado porque me empezó a latir el corazón a una velocidad que solo es posible conseguir con miles de watios. Puede que alcanzase las doscientas revoluciones por segundo, no lo sé, ya no importa... 

miércoles, 18 de julio de 2012

Pretty face

Tenía veinticuatro horas para decidirme. Ir o no ir. Dejar pasar la oportunidad y olvidarme de su risa. Maia iba a estar dos días en Berlin. Iba a conocerlo a solas con su flash y una botella de agua. Yo solo tenía que coger el primer tren a la capital, recoger su soledad y tirarla al frío del invierno. Maia no sabía nada, seguía siendo tan adorable como siempre, con sus ojos verde aceituna y sus panuelos de flores. Iba mochila al hombro por la vida. Le gustaba leer y llevaba siempre un cuaderno lleno de apuntes. Nunca me dejó leerlos.

Llegué a Berlin tres horas después de que hubiese llegado ella. La llamé sin decirle que estaba allí. Me dijo que estaba contenta que no sabía como había conseguido alquilar una bicicleta y estaba recorrieno la orilla del muro. Le gusta hacer fotos de carteles, de senales de tráfico y pancartas. Berlin está disenado para ella. Colgué mandándole un beso y corri haci el metro. Me bajé cerca y empecé a caminar en una dirección cualquiera. 

Se había sentado. Estaba escribiendo algo en su pequeno diario. Llevaba un abrigo azul hasta el suelo y estaba más delgada. Hacía solo una semana que me había escrito. Empecé a silbar esa canción y levantó la vista. Cerró el cuaderno y cruzó las piernas. Nunca lleva vestido, o eso me dijo. Llevaba unos vaqueros rotos, los de siempre, las zapatillas de siempre y las unas bien pintadas. 

Se levantó y sin mirarme siguió andando. Me desconcertó un poco pero enseguida extendió su mano para que yo la cogiera. Creo que hice bien, necesitaba conocer Berlin a su lado, a su lado todo es mejor.

Geheim

No ha parado de llover en toda la semana. Echo de menos los paseos en bicicleta hasta a través del Rosengarten y la lluvia caminando por Rothenburg str. Solo hace cuatro días que te has ido, solo hace un mes que te conozco. 

El otro día cogi el 12 y me baje en Prager str. Anduve perdida mirando escaparates, me compré una camiseta por diez euros en el H&M y un zumo en el Starbucks. Me salté todos los semáforos y entré al calor de la catedral. Me senté en la capilla de la derecha, suelo pasar allí un rato todas las mañanas. Pero nunca había llorado. Tú no sabes que voy allí todos los días, es mi secreto, rezo por tí y por mí. Pido poder sentarme contigo algún día a contárselo todo, a confiárselo todo. Sigo esperando en la parada de Theaterplatz. Seguiré esperando a que nunca pase nada, a que nunca paseemos juntos por el Elba, a que jamás me vuelvas a abrazar.

martes, 17 de julio de 2012

Const.

Conocí tu casa contigo. Con tus bermudas azul oscuro y tu sonrisa de idiota al escuchar mi voz. Conocí tu casa paseando a tu lado, hablando de nada.

 Olía a libertad y vacaciones. Pasaban las horas al ritmo de la ropa seca en verano. No nos dimos cuenta de que el tiempo también sabe volar. Siempre se ha dicho, pero no todos lo experimentan; la sensación de no poder recuperar lo perdido. Han podido ser ocho horas pero para ti han sido dos breves conversaciones. 

Conocí tu casa de noche, a la luz de las velas.  Bob Dylan lo adornó todo con un par de canciones que me habría gustado bailar contigo. Los días pasan y ya no he vuelto a tu casa, el verano continúa pero Bob se ha callado...

lunes, 16 de julio de 2012

Reisen, voyager, travel, viajar...

El otro día pensé que debería dejar de viajar. No es sano. Luego me enamoro de todas partes y nunca tengo tiempo ni dinero para volver. Es una droga. Como si me gustara lo mal que lo paso embarcando, haciendo la maleta, que si no sé llegar al sitio, las pilas de la cámara que me la juegan con la low battery que tanto les gusta... Pero cómo se disfruta cada atardecer a las orillas de cualquier río, la risa de la persona a la que conoces, la canción que escuchas al pasar por aquel restaurante, los billetes de tren, metro o tranvía que guardas religiosamente en la cartera, los paseos bajo una lluvia inesperada o los calores bajo el sol en cualquier plaza vacía. Los colores de cada ciudad. Los hombrecillos de los semáforos. Aprenderte el nombre de las calles... Pero repito no es sano, luego toca volver. Empaquetarlo todo de nuevo. El momento en el que parece que los calcetines se reproducen porque la maleta no cierra. Despedirte de cada piedra, de cada nombre. Nadie (y siempre lo digo) te dice que vayas a volver. 

Es repetir un adiós y temer siempre el hasta luego. No es sano pero, lo necesito. Soy una adicta, lo siento.

viernes, 13 de julio de 2012

Bitte, zusammen.

Y vendremos desde lejos, corriendo como en las películas. Y lucharemos por todo como cualquier buen protagonista. Saldremos bien parados de algunas aventuras y no tanto de otras. Tendremos fotografías en todos los monumentos del universo como buenos turistas. Cantaremos la misma canción una y otra vez hasta que ya no exista. Me dormiré en tus brazos noche si y noche también. Contaremos historias que fueron y planearemos las que serán. Miraremos en los ojos del otro para saber que más podemos darle. Nos entregaremos hasta que el verdadero amor nazca de nosotros. Bailaremos también por la mañana, como verdaderos románticos. Haremos de todo, pero juntos por favor, yo contigo.

miércoles, 11 de julio de 2012

Locura.

La calle empezaba a llenarse de gente. Era difícil circular. Pillé todos los semáforos en rojo. Estaba agotada. No podía pedalear más rápido. Pasé por delante de la catedral deseando encontrarte. Tras tres semáforos más en rojo llegué por fin a Prager Str. Me la hice por lo menos cuatro veces, calle arriba calle abajo. Buscaba tu bicicleta. Blanca, con el sillín color tabaco. Acababa de verte bajando Alaunstr. en ella. Me daban ganas de llorar. Estaba desesperada. En una ráfaga de esperanza corrí a Postplatz a ver si estabas allí esperando el 94. Nada. No me quedaba mucho tiempo, tenía exactamente veinte minutos para encontrarte, inventarme la excusa de por qué estaba allí y volver a tiempo a casa. Iba a empezar a pedalear en dirección a Haupstr. cuando se me ocurrió volver a darle una vuelta a la calle. Allí estaba tu bicicleta, sola y bien atada. No hacía mucho que la habías dejado allí. Estaba segura de no haberla visto. La miré durante un segundo y pensé que estarías cerca. Aparqué la mía y me di otra vuelta rápida por la calle. No estabas. Pensé en las películas y me monté la mía. Entré en la primera papelería que encontré y compré una postal, tonta y sin sentido. La única que no llevaba un corazón enmarcado. Escribí rápido y en español que había ido a buscarte, que no te había encontrado. Pensé para mi que nunca jamás lo volvería a hacer, nunca volvería a verte. La dejé bajo la goma en el sillín de atrás, donde normalmente llevas la mochila. Empezaron a sonar todas las campanas del centro, eran las ocho, tenía diez minutos para estar al otro lado del puente. Llegué a tiempo. Todavía pensaba que había hecho lo correcto.

Llevo esperando cuatro días, no hay respuesta. Ya estás más lejos que diez paradas de autobús.

domingo, 8 de julio de 2012

Mara

Tenía 22 años cuando salí de Georgia. El día de mi cumpleaños llegó el visado confirmando mi partida. Hice la maleta que había pensado tantas veces y me embarqué llorando en el avión. En Navidad vería otra vez a mis padres si algo no salía bien, por un momento lo deseé. Llegué a Dresde sabiendo el alemán del colegio, pero siempre se me dio bien. Encontré de milagro el bus, la calle y el piso en el que iba a vivir. No tenía suficiente dinero para pagarlo todavía.

El 23 de septiembre cumplo 25, llevo tres años en Dresde. Hablo perfectamente alemán pero sigo sola. No he vuelto a ver a mis padres desde aquel 25 de septiembre. No he dejado de llorar ni una sola semana. Me levanto a las cinco de la mañana, cojo un tranvía y dos autobuses para llegar al hotel donde sirvo el desayuno todas las días. Mis ojeras no han conseguido borrar la sonrisa que me enseñó mi madre. La gente en Georgia siempre sonríe, aquí en cambio es difícil encontrarte alguien que te regale una sonrisa de vez en cuando. 

Estudio, o intento estudiar, psicología en la Universidad Técnica de Dresde. Es la segunda carrera más difícil de conseguir en Alemania, las horas de estudio sirvieron para algo. Cuando algo no sale bien, cuando necesito dinero o surge algun obstáculo ellos siempre dicen: pues abandona la Universidad. No pienso abandonar.

Si Dios quiere terminaré la carrera dentro de siete años, eso significa que habré pasado los treinta, espero hacerlo con algún bebé de por medio. No me gusta estar sola, sé que no lo voy a estar. Pero debo recordarme todos los días que sola, puedo.

El otro día hablé con mi hermana Anka, está bien, le quedan dos semanas para graduarse en el instituto. Me encantaría estar allí para abrazarla como lo hizo ella hace ya tiempo. 

Me gusta creer que todo sufrimiento tiene su recompensa, que todo tiempo pasa para llegar a otro, pero no es fácil sonreír cada mañana sinceramente mientras sirves el café  de todos los días a Frau Höhler....

miércoles, 4 de julio de 2012

First July

Estaba nervioso. Se pasaba continuamente la mano por el pelo, repeinándose el mechón que tanto me gusta. Hablábamos poco, está el obstáculo lingüístico que todo lo complica. Íbamos paseando por el Bischofsweg llevando a las niñas al parque. Empezó a llover y empecé a reírme sinceramente. Habíamos planeado la tarde fuera y se pone a llover.

Pero en Dresde hay dos tipos de lluvia: la que dura horas y la que dura segundos. Gracias a Dios esta duró segundos. Alma y Marien jugaban en la arena mientras yo intentaba que Zara no se tirase por ningún barranco. Hugo no paraba de preguntarme cosas, yo me reía, estaba encantada de estar allí. Me encanta estar con él. Es una persona que transmite todo lo bueno, te hace ser tu misma.Cuando coincidimos en una canción sonrió y me la puso en el Ipod. Me colocó rápidamente el auricular en la oreja y ellos empezaron a sonar. Mientras Young folks terminaba no dijimos nada. No había necesidad de hablar, la música estaba muy alta. Zara empezó a llorar y me quité rápidamente la canción de la cabeza. 

Qué estaba pasando?

Nos acompañó de vuelta a casa y se despidió prometiéndome una merienda juntos. Su mano repetía el movimiento, una y otra vez. Seguía nervioso. Me quedé en la puerta mirando hacia afuera. Vi como cogía su bicicleta y pedaleaba calle abajo para no perder el autobús que le lleva de vuelta a Meißen, lejos de la Neustadt, lejos de mí.

lunes, 2 de julio de 2012

Konzert

Me casé con Alojs en 1990. Yo tenía 24 años y él 27. Nos conocimos porque mi hermano Otto era amigo de Alojs desde la universidad. Alojs es violinista y hoy tiene un concierto. Es en Kreischa. Yo por fin puedo ir, hemos conseguido que mi suegra se quede con los niños. Tenemos cuatro hijos: Peter, Ilse, Otto y Agnes. El concierto es en la iglesia del pueblo, tocan algo de Bach, no me he enterado bien de qué exactamente. Como hemos llegado una hora antes porque Alo tiene que ensayar me he dado un paseo por el cementerio que rodea la iglesia. Es terrible para mi pensar en lo que fue Dresde  esos años. La gente huyendo, escondiéndose o matando a otra gente. Familias enteras perdidas en el fuego del odio, entre el egoísmo de otras familias. La gente mayor en Alemania no suele contar nada, nada de antes. Hablan del tiempo, de los precios en la frutería o de lo que han predicado ese domingo en la iglesia. Quieren olvidar. Pero allí estaban esas tumbas. Nombres y nombres todos desaparecidos en los mismos años. Veo un matrimonio joven, unas hermanas, la familia Hauer... 
Ya es la hora y entro en la iglesia. Me pongo la chaqueta, dentro hace frío. Busco mi entrada en el bolso, no me acuerdo en que banco me ha tocado sentarme. A mi izquierda hay una señora mayor que me deja pasar amablemente. Se ha puesto un sombrero precioso para la ocasión, creo que es la madre de Ute, la contrabajista. Desde mi sitio puedo ver perfectamente a Alo, es el segundo violín de la orquesta filarmónica de Dresde. Su madre es húngara. Durante la DDR lo pasaron mal, vivieron en Prohlis y allí, a base de tocar el violín en la calle Alojs se hizo un maestro. Miro a mi alrededor y todo el público me saca por lo menos 30 años. Imagino sin querer que son los nombres que pueblan el cementerio y me entra un escalofrío. Empiezan a tocar y veo Dresde ardiendo tal y como lo contaba mi padre...

- Ruth, te has dormido?


La iglesia está vacía y Alojs se ha cambiado de ropa. 

- Estoy acostumbrada a dormirme con ese violin... 

- Me ha dicho la madre de Ute que estabas llorando, estás bien?
- Ah! Era la madre de Ute... Si cielo, estoy bien, pensaba en aquellos horribles... Nada mi vida, estoy bien. 



viernes, 29 de junio de 2012

Neustadt

La Neustadt son los grafitis en las puertas. Es Alaunpark a las 11:00. Son las primerizas familias en una sola bicicleta. Son las cinco embarazadas que esperan a que salga el sol en Martin-Lutter-Platz. La Neustadt es una fiesta de disfraces inacabable. Son los tres mendigos rockeros delante del Konsum, las tiendas de segunda mano. La Neustadt es pasar por delante de Thuy's y pensar que tienes que ir un día a tomar un batido con las ninas. Es la línea 13 hasta Rosa-Luxemburg-Platz. Es el passage de los pintores. El restaurante mexicano de la esquina y el italiano del número 70. Son las casas sin reconstruir. El abrazo con tu bicicleta en medio. Las bombas de alegría que lanza la gente a partir de las 21:00. Violines, violas y violonchelos. Los indios de Görlitzer straße. La Neustadt son Juliane, Sebastian, Muriel, Miriam, Maleah y Lotte. La Neustadt es mi primer viaje a Dresde, lo bohemio por antonomasia.

domingo, 24 de junio de 2012

Sunday morning, sunday morning...

Salgo de la iglesia sonriendo a una niña que juega con su padre en la puerta. Me acerco al montón de bicicletas que aparcan alrededor de la catedral. Miro hacia delante porque siento una mirada. 
Tendrá cinco o seis años más que yo. Barba, camisa azul de cuadros, pantalón y sandalias marrones. Tiene la bici cogida por el manillar. A su lado están su hermano y un amigo. Sé que es su hermano porque son clavados. Consigo desencadenar la bicicleta mientras sonrío muerta de vergüenza, sigue mirándome, sin decir nada. Me mira y por fin saco fuerzas para devolverle amablemente la mirada. Su hermano y el otro empiezan a pedalear hacía Schloss straße. Él sigue quieto, mirándome. Yo salgo en la otra dirección, hacia el puente. Miro para atrás y el avanza mirando hacia atrás también. 
Empiezo a pedalear tan rápido como sé. Tengo los pelos de punta y el corazón me late cada vey más rápido. Se acaba el puente y sigo sonriendo. Casi provoco un accidente de tranvía. 

Intento recordar cómo era su bicicleta, por si la vuelvo a ver. Color granate, antigua, sillín de cuero color tabaco, sencillamente elegante. Soy tonta, pero feliz.

24 de junio-

sábado, 23 de junio de 2012

Schloss

Mientras lucho contra el hierro de la farola para atar mi bicicleta imagino de quién será la que está aparcada al lado. 

En mi ciudad hay aparcamientos para bicis como rascacielos en Nueva York. Para ellos hay millones de bicicletas circulando por la calle. La gente deja la bici bien atada con un candado ya sea de llave o con contraseña. La mía es azul oscuro, casi negra y nunca olvido la llave de mi candado. Siempre he querido toparme con el dueño de la bicicleta que aparca al lado de la mía. Nunca es la misma persona, daría para conocer a todo el mundo, a todo el mundo que va en bicicleta. Pero hasta ahora solo he coincidido con el susodicho dos veces; un señor mayor y una adolescente. No es que discrimine a esas dos partes de la sociedad pero mis imaginarios encuentros van encaminados en otra dirección. Sería casual y torpe, pero bonito. Sería una espera estúpida a que alguno de los dos terminara de desatar la bici y saliera de allí. Sería alto, moreno y sonriente. Sería por la mañana y así tendríamos tiempo de un café. Sería un día en el que no se hace nada para que pudieramos conocernos...

Ah! Por fin está atada... 

- Perdona, es tuya la bicicleta?
- Si...
-La has atado a la mía...

Hoy es sábado, no tengo nada que hacer. 

Es gibt kein Land jenseits dir

No me pude contener. Bajaba a toda velocidad por Pillnitzerstr y me topé sin esperarlo con el río, el perfil de la ciudad y las lágrimas que nunca faltan en mis ojos. Empecé a pensar que debía escribirlo, intentar explicarme con ayuda de un lápiz por qué había llegado yo allí. Quién le habría dicho a la niña que soñaba con viajar que llegaría a una ciudad diferente, no a la típica capital hipervisitada. No, nadie lo sabía. No me lo merezco y por eso no hay explicación. Mis dos meses en Dresde son un error en el tiempo. Yo no tenía esta bibicleta, ni este río ni la paciencia de parar y hacer fotos a todo lo que me llama la atención sin preocuparme de llegar tarde a ningún sitio. No, este viaje no es mío, lo iba a hacer otro pero yo se lo he debido robar en un desliz de facturación. Mi avión llegó a Berlín y 8 ruedas autobuseras me embarcaron en una locura con nombre, en un devenir de aventuras y novedades, en el viaje del verano. Solo puedo seguir pedaleando y secarme las lágrimas.

martes, 19 de junio de 2012

Mc

Vivan los Mcdonald´s. Sinceramente doy gracias porque en cada ciudad que he visitado siempre había una gran M amarilla que me facilita las cosas. 

Estás sola en el extranjero y tienes hambre. Un hambre terrible. No soportas la idea de engullir otro sandwich de atún con tomate. Prefieres una cálida hamburguesa. Buscas y rebuscas en el mapa esa letra Maravillosa... En Roma los esconden un poco, en Paris son Mcdós, en Londres viven desde hace milenios y en Dresde no abundan. Sabes que aunque no hables el idioma es fácil. Las tres preguntas son:

- Tamaño (dices la palabra que hayas entendido y hecho): mmm... Large! Mitte! Petit !
- Bebida (es la más sencilla): Coke/Cola/Coca y variantes...
- Con ketchup, katchup, ketchúp... 
-Y para tomar o llevar take away lo entienden todos... 


Quizá lo único que le falta a esa hamburguesa es la compañia. Siempre he dicho que ver a una persona comiendo sola es de lo más triste que hay. Pero siempre habrá alguna paloma que quiera comer contigo...


lunes, 18 de junio de 2012

Canción a las orillas del río

El río Elba es una tentación. Para el romántico. Para el suicida. El río Elba es inspiración. Para el poeta, el fotógrafo, para el escritor. El río Elba es color, para el cielo gris y los edificios negros. Para el dolor. El río Elba es reflejo de lo mejor y de lo peor. Es paisaje para el pintor, motivo del mejor amor y de la peor de las despedidas. El río Elba es soledad y pastor de caminantes sin salida. El río Elba soy yo.

sábado, 16 de junio de 2012

Empty blue

Tilmar cogió como cada mañana el Straßenband en Bühlau. El cielo amaneció gris, tenía el sabor del café en la boca. Vivía con dos suecos en un piso a las afueras de Dresde. Trabajaba en una aburrida oficina cerca del Altermarket, en el centro de la ciudad. Llevaba una vieja novela de su hermana Anna. Era la típica novela bien escrita que nadie conoce. Estaba inspirada en la vida de una mujer que vivió en los campos de Siberia, una trágica, pero preciosa historia sobre el amor de una madre, el amor de una mujer...
Tilmar en el fondo de su alma era un romántico asesinado por la monotonía del café diario. Él soñaba con vivir esas novelas, poder expresar ese amor por alguien. Miró distraidamente a su alrededor. Todas las mujeres o eran mayores que él o llebavan graciosos bebés en brazos. Las paradas que se sabía de memoria cada vez se hacían más y más largas. En el hospital de St Joseph se subió una chica, morena con un cochecito vacío. Tilmar la miró detenidamente. Tenía el pelo moreno, casi negro. Llevaba una coleta no muy larga y un colorido fular de flores. Llevaba las uñas perfectamente arregladas, en un tono rosa claro. Vaqueros y zapatillas de cordones. Quedaban tres paradas para Albertplatz y Tilmar seguía sin explicarse por qué llevaba el carrito vacío, algún niño tendría que haber, si hay carrito es que hay niño. Llevaba un bolso lleno de cosas. Se levantó de su asiento y se acercó a ella, a la puerta, pero ella estaba allí con su enorme carrito azul vacío. Miró lo que pudo dentro del bolso. Había un tupper con manzana cortada y pelada, llevaba también una cámara de fotos. Una parada y Albertplatz. Ella se levantó y cruzó sin querer su mirada con la de Tilmar. Sonrió, era una agradable y sincera sonrisa. Tilmar se quedó sin respiración. Tenía unos ojos preciosos, no era guapísima pero a él le gustó. 

- Te han robado al niño...
- Jajaja... Eso parece. 

No había más que decir. Las puertas se abrieron en Albertplatz y Tilmar se fue hacia Hauptstr. Andando. Con su novela vieja, sus zapatos de oficina y la horrible sensación de haber dejado pasar la oportunidad. Se colocó en el enorme cruce que separa las dos aceras y miró a la derecha a ver si no venía ningun coche. Ahí estaba su huérfana de hijo, mordiéndose las uñas mientras escribía en el móvil. Le daban una segunda oportunidad. Se echó para atrás, por un día cruzaría en verde la calle. 

- ¿Buscando al niño?
- Te veo intrigado por la soledad de mi carrito. Está en la guardería, yo le  cuido en casa. Se llama Mattis y está bien. 
- No sabes cuanto me alegro de que tú le cuides. 
- ¿Ah sí? Y eso por qué, ¿le conoces acaso?
- No, pero quiere decir que...
- ¿Qué? 
- Está verde.
-¿Quiere decir que Mattis está verde? Eres muy raro...
- No, que ya se ha puesto verde ¿cruzas? Ah mierda, ya está rojo otra vez. Tendríamos que haber cruzado. 
-Pues no haberte puesto a decir que conocías a Mattis...

Cruzaron por fin los dos juntos. Tilmar miró al cielo y pensó que coger el 11 cada día le había servido de algo.

Fahrrad

Hablo de la mirada, de una acera a la otra...

Dos ruedas y un freno. El puente de Albert. El río debajo de nosotros. Están haciendo obras con lo que en hora punta se producen pequenos atascos. El semáforo está en rojo. Miras prudentemente hacia delante. Lleva gafas y su bicicleta es roja, siempre han sido tus favoritas, las bicicletas rojas. Aguantas la mirada y pese al reflejo del sol en sus cristales percibes que él también. Por un instante olvidas que llegas tarde a clase de piano y deseas que el hombrecito rojo sea eterno. Pero todo se acaba en este mundo y el verde berlinés da paso a los railes que quiebran la conexión de vuestras miradas. Sueltas el freno y cruzas de acera. Prefieres no mirar atrás, estará lejos. Estará con ella en el café que tanto te gusta de Bömischstr. Estará llevándola a lo loco por Rosa-Luxemburg Platz... Vas muy despacio con los ojos llenos de insignificantes lágrimas, vas demasiado lenta... Te pitan por detrás, dejas paso. Miras, lleva gafas y su bicicleta es roja, siempre han sido tus favoritas, las bicicletas rojas...

jueves, 14 de junio de 2012

Kurzbeschreibung

Calvo. Barba canosa y pelirroja. Blazer azul, camiseta marrón. Vaqueros blue marine y zapatillas chocolate. Bolsa cruzada a un lado llena de partituras. Hombre alemán a las puertas de la ópera. Dresden.

Yo,

Como me gusta caminar siendo turista sin parecerlo. Escondo el mapa y los flashes los reservo para cuadros memorables. No soy japonesa así que no me veo obligada a hacer fotos de los carteles en los museos o a llevar ridículas viseras. Disimulo ser de allí sin ser rubia, alta y guapa. Porque no me gustar estar perdida en una ciudad, prefiero conocérmela tan bien como cualquiera de sus habitantes.

Angelus

Son las 12 de la mañana. Ha llovido, huele a pasada primavera. Por la calle se mezclan olores; hay comida en el aire. No estoy en Madrid. Son las 12 de la mañana.

martes, 12 de junio de 2012

Die Hose

Estaba apoyada en la ventana leyendo a Waugh. De pronto fue una luz, pensé que era un reflejo en mis gafas. Pero no, se repitió tres veces. Me asomé timidamente al balcón y vi que era el mechero de mi nuevo vecino. No, Enid tranquila, no es un pirata haciendo señales desde el río. Me quedé mirándole. Fumaba con muy poco estilo mientras tendía un vaquero. No sabe tender el pobre. 

- Es mejor que lo pongas del revés. 

Se le cayó el cigarro y empezó a buscar por el patio una cabeza asomada hasta que recayó en la mia...

- ¿Del revés? 
- Si, lo que estás poniendo arriba lo pones abajo y así.
- Ah claro, qué imbécil.
- No, no es de imbécil es de no saber hacerlo. Parece que no hayas tendido en tu vida. Esas camisetas no se van a secar en tres días si las sigues poniendo arrugadas ahí.

Supongo que no dijo nada porque se cansó de mi sonrió y volvió dentro, a casa, a su casa. 

Yo me acomodé de nuevo en mi libro, supongo que de tanto leer ya no sé tratar a las personas de mi tiempo. No debí haberle dicho nada, le he asustado.

Mi protagonista se trasladaba a Londres cuando volví a ver el reflejo en la ventana. No le di importancia. Sería otro vecino, otro mechero, otro vaquero mal tendido. Pero se repetía y se repetía. Me volví a asomar. 

- No me has dicho tu nombre. No sé a quién le debo el honor de tener mañana pantalones secos y bien tendidos...
- Enid... 
- Hans.
- Encantada. Los calcetines ponlos por parejas así al destender no se te lían unos con otros y es más fácil tenerlos iguales... 

Se rió. Es muy simpático. Es mi vecino y espero que aprenda a tender, nunca quise estar casada con un inútil. Casada... creo que al final acabaré casándome con un libro, de algún inglés mal tendido...

domingo, 10 de junio de 2012

Möglicherweise

La vi saliendo del 11 en Albertplatz. Llevaba la cartera en la cabeza porque le sorprendió la lluvia. Casi la atropella un coche en el paso de cebra, se resbaló con el tacón. La vi desvanecerse en un millón de gotas de agua. La chaqueta mojada hacía más pesada su vuelta a casa. Me levanté como un idiota del banco y corrí calle abajo hasta el cruce con Louisenstraße. La llamé por su nombre: Maleah. Se giró, vi la luz en sus ojos y me atreví a dar un paso más. La lluvia no paraba, todo daba igual, nos habíamos encontrado. Habíamos superado las barreras del destino, habíamos burlado otra vez los comentarios de los sabios. La cogí fuerte de la mano y me dio la cartera, pesaba bastante. Antes de llamar a su casa me dijo que volvería, como antes, a bailar a las orillas del Elba nuestra canción favorita.

Morgen

Me levanto mecánicamente a las siete de la mañana. Abro la ventana y empiezan a oirse pájaros en la ducha. El desayuno se agradece después de una noche a base de Kartofeln Salad. La cocina es un desastre wie immer so te pones a canturrear mientras rellenas el lavavajillas. Llegan chillando en alemán tres cabecitas curiosas y te piden tiempo para dibujar, cantar o ir a Alaunspark a revolcarse en la arena. 

Comes a las 12 sin entender la mitad de la conversación y vuelta con tu amiga la valleta. A las 15 duermes una especie de siesta y el llanto de Lotte desbarata tus planes de seguir con The Help... Por la tarde hace sol y te apetecen unas fotos, coges a Lotte y hasta Haupstraße caminando. 


Llegan las 7 y aqui todo el mundo a cenar. Dormir, leer, rezar y Morgen será otro Tag.

Jule

Enciende una vela en cada comida y la apaga al terminar. Tiene los dedos redondos y las unas bien cortadas. Tiene manos de chelista. Sonrie y te abraza si al día siguiente no te va a ver. Tiene los ojos germanamente azules y se iluminan cada vez que oye a la pequeña Lotte decir mamá. Pasea por su ciudad al ritmo de Haendel. Empieza a llover y Juliane corre a refugiarse bajo la parada de Albertplatz.

sábado, 2 de junio de 2012

Nostalgia

No estaré en el gazpacho con el bañador mojado. No voy a estar a las 11.30 en la piscina. No voy a pasar calor disfrutando la película de por la tarde. Este año me pierdo el hielo en la coca-cola y la ensaladilla rusa. No estaré en su primer largo ni en el chapuzón que abra el sueño de una noche de verano. No dormiré la siesta en el césped a la sombra. 
Estaré buscando un jersey para bajar a jugar al parque, cogeré el tranvía los domingos por la mañana y atravesaré corriendo el río Elba. Enmarcaré fotos y mandaré cartas, rezaré por vosotros y recibiré vuestras oraciones. Hablaré en una lengua extraña en honor a mamá e iré a museos pensando en papá. El verano es muy distinto, pero no me quito de encima el salón oscuro huyendo de la temperatura del sol. 

viernes, 1 de junio de 2012

Der Weg à suivre

Se paró el autobús y llego a su destino. Estaba en medio de una plaza, no muy grande, pero plaza al fin. Llena de coches y niños saliendo de clase. Llevaba su enorme maleta y mucha emoción en el cuerpo. Le dolían los pies, el avión nunca es bueno para ella, en ninguno de los sentidos. Esta vez por lo menos no lo había perdido. Llevaba un moño bien atado y una botella de agua media vacía. Se sentó en un poyete de la calle temiendo que alguien la echara de allí. Le habían avisado que llegarían tarde, no le importaba esperar. Pensaba en qué decir. En si se acordaría de la frase que tanto había ensayado. Pensaba en sus hermanas que la habían despedido tan cariñosamente y pensaba... Llegó quien esperaba y su mente se quedó en blanco más bien gris porque logró articular un tímido "Hallo..." Miró al cielo nublado, pidió que todo saliera bien, que no se olvidara de nada y que jamás olvidara aquel viaje. 

jueves, 31 de mayo de 2012

Life

Debía hacer calor o por lo menos un sol hermoso de primavera. Debía estar feliz, era su segunda niña, su cuarta alegría. Debían tener miedo porque siempre se tiene en esas situaciones. Se debió de sentir impotente porque no le dejaron entrar a presenciar tan importante acontecimiento. Seguramente eran simpáticos, buenos profesionales. No recuerdo cuánto duró, ni siquiera recuerdo que ocurriera. Finalmente ahí estaba, fea y silenciosa. Ellos felices y confusos. Otra vez eran torpemente responsables de una vida más. Se les había encomendado una cuarta misión: Inés. 
Años después esa chiquitina, arrugada y extraña escribe agradecida al mundo este pequeño recuerdo en un sitio que no existía ese 31 de mayo. Escribe dando gracias por aquellos dos jóvenes que con todo su amor han visto crecer a esta tonta internacional que ahora huye lejos echándoles eternamente de menos. Siempre recordará, aunque no lo sabe, todos los días de su vida, todos lo besos, los abrazos. Desde sus primeras deportivas hasta su primer y único 19 cumpleaños.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Them

Only the young, english, christian, words,  blank sheets, linguistics, Chomsky, music, Spanishness, mystery, travel, dreams, blog, pusillanimous, grass, trucs, films, boîte, la littérature, Romanticismo, Starbucks, toujours quelque chose à faire, EE.UU.


Depuis toujoursl'IrlandeO'Donnell, boîte, le français et à Paris ensemble, les accents, les vêtements, la musique, Garance et Scott, photographies et cartes postales, voyage, plage, Accidental Tourist, étranger, Roisin, allen, bromas, Madrid, driving.



martes, 29 de mayo de 2012

Memories of you

Soy capaz de comprarme cuarenta esmaltes diferentes y no ponérmelos jamás. Puedo salir de una tienda con tres pares de calcetines diferentes. Disfruto los caramelos de sabores y las coca colas del chino. No soy persona de grandes gastos ni de enormes presupuestos en compra. No, me conformo con una pizza en la Plaza de San Ildefonso. Sé dónde está más rico el helado y la sombra más fresquita de Madrid. Conozco cada esquina de la línea 10 del metro y la 2 (me conectan con el universo) Distingo las terrazas de la Plaza Mayor según el olor de sus tapas estrella. Sé ubicarme en El Rastro y dejar huellas en el estanque del Retiro. 

Soy de aquí aunque presuma en francés y chapurree en inglés. Me voy a otro sitio por no verlo tanto, creo que me estoy empezando a enamorar de esta ciudad.  

sábado, 26 de mayo de 2012

Is there life after love?

Son dos segundos, quizá tres, te miro y sonríes. Sabes lo que estoy pensando y a que se deben cada una de las arrugas que se dibujan en mi cara: felicidad. En el instante más importante de nuestra vida nos decimos monosílabos cargados de sentido, un solo cambio desbarataría mi rostro convirtiéndose en retrato de la hecatombe mayor. Me miras y tu cara se torna más roja que carne y pienso que estás en aquella esquina de Shoreditch esperando el autobús... Pero enseguida vuelvo a tu mano, a un anillo. Recuerdo el nosotros del que tanto hemos hablado y veo, como testigo involuntario, la transformación del plural en un singular maravilloso. No somos dos, ahora y por siempre seremos uno. 

martes, 22 de mayo de 2012

Rememoria

Seguía pensando que ese año no habría verano. Que no se abrasaría bajo un sol madrileño con sabor a gazpacho. Lloraba repitiendo que no sentía la alegría que provoca la sensación de estar de vacaciones. Soñaba que se secaría el césped y ella no podría leer tumbada en el verde, disfrutando del momento. Se dio cuenta de que los pantalones cortos le quedaban mejor que nunca, pero que este año no podría llevarlos. Se lamentaba viendo la piscina llena de agua, no de la de siempre sino de una lluvia primaveral mal vivida. 
    
        Y en un segundo de despiste se vio rodeada de agua, helada, pero agua. Vio su cuerpo bailando al son de la canción del verano, comentó el calor que hacía y lo mucho que le gustaría viajar a su próximo destino, aunque alli no estarían ellos.

sábado, 19 de mayo de 2012

Grondir

Escuchas antenta. Sentada en un restaurante desconocido en la ciudad de tu infancia. Escuchas la voz de un recuerdo amargo. Te das cuenta de que no es amargo sino agridulce, eras demasiado pequeña para viajar y no lo disfrutaste. Sonríen y se ríen como antes, como siempre. Pero es que eres tú la que ha cambiado. Has crecido y valoras otras cosas. Ya no te importa el color del pelo o el conjunto que lleve. No te fijas en la marca de sus zapatos ni en el olor de su casa. Ahora sientes simpatía o rechazo, valoras la humanidad de la gente, la inteligencia de las personas, el cariño de las madres. Dejas de pensar que están locos y recaes en un aspecto distinto, la entrega, la originalidad y la belleza de lo que hacen. 
No fueron ellos, fuiste tú. La pequeña Mara y sus prejuicios. Fuiste y volviste igual: insegura, inmadura y tonta. Y hoy con un par de frases y tres fotos has descubierto que Brighton es mucho más bonito de cómo lo recuerdas.

Take a walk

Me encanta pasear por Madrid a eso de las 7 de la mañana. Las panaderías empiezan a oler a rico y las flores pierden paulatinamente el rocio de sus pétalos y caen sobre las verdes macetas de la floristería que hace esquina con Génova. Procuro siempre subir ligera de peso porque sino tengo que ir parándome en todos los bancos. El tiempo no pasa en balde, gracias a Dios. 
Hoy salí, ligera de peso rumbo al metro de Tribunal andando desde Banco de España. El sol daba de lleno en el famoso edificio de Metropolitano que abre las puertas a una Gran Vía desconocida para mi. He seguido hasta Sevilla. Hacía mucho que no lo hacía pero he cogido el metro hasta Sol, eso si que ha cambiado. Plaza escenario de todo y backstage de nada, ahí no se esconden ni las ratas. He seguido calle arriba por Esparteros hasta llegar, callejeando, a la Plaza Mayor. El calor era insoportable y me he permitido una Cocacola en el café Plaza Mayor. De repente he recaído en una niña saltando a la comba al final del soportal y se me han llenado los ojos de lágrimas. 
Mi madre hacía el mismo camino que yo todos los domingos, parando en San José a misa y tomándose con mi padre la limonada en verano y el café en enero. Yo la acompañé alguna vez con mi comba o la pelota de rayas a jugar en la Plaza Mayor


El tiempo pasa, Madrid sigue allí y las combas ahora son de plástico.