domingo, 2 de abril de 2017

Superbe

Fue cuando todas pensábamos que se había terminado. Que Ivy estaría acabada, que no encontraría la salida. Se conocían de las clases de teatro y los dos seguían ese ritmo de vida desenfrenado con aparencia legal, esa gente civilizada que en realidad cultiva una segunda identidad llena de extravagancias, y no todas sanas. Ivy estaba locamente enamorada de él, locamente hasta el extremo. Era una persona de extremos y sin embargo nunca habríamos adivinado cómo reaccionaría cuando Mel la dejó aquel día. Llegó a casa con una cerveza en la mano después de haber llorado hasta quedarse seca.

-Es un capullo.
-Ivy...

Nos quedamos sin palabras, nosotras siempre lo habíamos pensado, nunca quiso escucharnos. Cuando en una relación todo se vuelve como él es y no es una perfecta unión de dos individualidades irrepetibles, no suele ir por buen camino. Ivy se sentó en el sofá y siguió llorando como si no estuviéramos. 

-¿Qué quieres cenar?
-No tengo mucha hambre la verdad. 
-Ok...
-Estoy dándome cuenta de todo ahora, quizá es la cerveza. Era y es una mala persona y yo jamás le vi. Le quiero y le querré quizás siempre, pero no le necesito, no necesito nada que destruya lo que soy. "Soy el punto sobre tu 'i' , Ivy, somos la unión perfecta", seguro... 
-Ivy, deberías beber agua y acostarte. 

Ella lo daba siempre todo por él. Si tenía que ayudarle con sus redacciones de alemán, le ponía hasta la última coma y todo con el mayor cariño. Si Mel necesitaba espacio ella se iba de viaje hasta que él volviera a estar bien. Nunca vimos que la suya fuera una entrega interesada, le quería, y se conformaba con que él quisiera seguir a su lado. 

-No eres el punto sobre mi 'i', Mel Granier, no necesito ningún punto, mi vida es una 'i' en mayúscula. Me lo voy a tatuar, una gran 'i' en el antebrazo. Yo necesito una consonante que alargue el sonido de mi 'i' que cada vez la haga más grande, más sonora y más bonita. ¿Llegará esa persona, Martha?
-Seguro que sí, Ivy, tú te mereces lo mejor porque siempre das todo, y algún día recibirás aún más.

Siempre había sido alguien sensible pero sensata, se dejaba llevar por el corazón unido siempre a la cabeza. Ivy era una 'i' mayúcula en toda regla. Era una personalidad arrolladora y todas sabíamos que siempre sería feliz. Aquel año se le cruzó un chico que se enamoró tanto de ella que jamás volvimos a ver a Ivy llorando en el sofá, y su sonrisa era cada vez más definitoria de lo que estaba viviendo. 

Hoy, al verla en el hospital con su niña, que acaba de nacer, no he podido no acordarme de la Ivy que se bañaba en aquella cerveza quitapenas que no tenía nada que ver con lo que ella es. Una 'i' en mayúscula.