domingo, 15 de mayo de 2016

El día

Recuerdo que llevaba pensándolo ya dos semanas, no podía esperar más, se me adelantaría cualquiera y perdería la oportunidad de mi vida. Marqué el número de su casa con la esperanza de que lo cogiera ella y así no tuviera que dar explicaciones.

-¿Sí?
-¿Maite?
-No, soy Sole, ¿quién es?
-Soy un amigo de Maite, le dices que se ponga, por favor. 

Era 24 de junio de 1961, hacía un calor horrible en Madrid ese verano. En el salón cerrábamos todas las cortinas, la casa estaba oscura y solo estaba mi hermano Jacobo leyendo en su cuarto.

-¿Hola?
-¿Maite?
-¿Santos? ¿Qué tal?
-Ahora mejor. ¿Tienes un rato esta tarde para darte un paseo conmigo?
-Creo que sí, ¿sobre qué hora?
-Te recojo a las cinco en tu casa, ¿te parece?
-Fenomenal. Te veo luego entonces. 
-Eso.

Colgué casi involuntariamente porque me sudaban las palmas de las manos y se me resbaló el teléfono.  La recogí en su casa a la hora que le había dicho. Se había puesto un vestido precioso de lunares blancos y llevaba el pelo suelto. Recuerdo no saber qué hacer al verla y recuerdo su risa nerviosa diciendo que parecía bobo allí parado, que a dónde íbamos. 

Estuvimos hasta las nueve paseando por el Retiro y la invité a un helado. Fuimos a misa en San Manuel y a la salida le dije todo lo que llevaba pensando durante días, aunque con palabras más torpes que las que tenía en mi cabeza. Recuerdo que la dejé en su casa aquella noche y no dejé de sonreír hasta que conseguí dormirme a eso de las 2 y media de la mañana. Era el tío más feliz del mundo. Solo cuando el Atleti ganaba me quedaba en vela de la emoción toda la noche. Era algo desconocido, y a veces daba vértigo pensar lo que acababa de empezar, pero tenía tantas ganas de hacer cosas con Maite, de escucharla y de vivir, de vivirlo todo a su lado. 

*    *   *

Hoy, 24 de junio de 2011 me he despedido de ella. He llorado como un niño y ella me ha repetido que me quiere mucho y que no deje de rezar por ella. Que espera poder seguir cuidando de mí desde arriba. No sé por qué Dios ha elegido el mismo día, es como manchar la memoria del recuerdo más entrañable que tenía de nosotros, como dos tontos a la salida de la iglesia diciéndonos cosas tontas al oído. 

Hoy Maite se ha ido, ya no está. Ya no podemos hacer cosas juntos. Ceno solo, me acuesto solo y espero no empezar a hablar solo. 

Maite ya no me cuenta las cosas, pero yo le cuento a todo el mundo quién es Maite. La mejor. 

a Santos y Maite

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