martes, 5 de mayo de 2020

Focaccia

- ¿Tenía muchas especias? En plan un cajón o un armario, ¿algo abarrotado de especias?
- No, lo típico, pimienta, sal y orégano creo, ¿por?
- Entonces no le gusta cocinar.
- ¿Cómo lo sabes?
- A un tío que le gusta cocinar, nunca le sobran especias. ¿Y me dices que solo tenía sal y pimienta? Te ha mentido. Seguramente la focaccia de ayer se la hizo su hermana y te dijo que la había hecho él. Por impresionarte. Ya sabes, los tíos son así.
- Qué dices, toda la casa olía a esa focaccia, como si llevara toda la tarde haciéndola.
-No se tarda tanto en hacer una focaccia...
-Me da igual, el caso es que la había hecho él. Seguro.
-¿Quieres que miremos las especias que lleva una focaccia?, que a lo mejor es solo un poco de sal y pimienta, ¿eh? Ja ja ja...
-En serio, ¿crees que es ese tipo de tíos, de los que mienten para quedar bien? Qué tonta soy. Pero oye, en el fondo, si lo ves como una mentira piadosa, lo está haciendo porque le gusto de verdad y quiere impresionarme, ¿no? Como si pensara que soy mejor que él o algo, como si me admirara.
-Ni idea, el caso es que yo no saldría con un tío que no es capaz de decir que ha pedido comida para llevar porque es un negado en la cocina. No me imagino a Tony diciéndome que ha arreglado el solo el mueble del salón, cuando en realidad se lo ha hecho su primo porque él no diferencia un destornillador de una tuerca. Me decepcionaría. Además, ¿qué más dará que no sepas cocinar?
-Solo quieres que deje de verle porque no se acordó de tu nombre el otro día...
-Piensa lo que quieras. La verdad es que te ha mentido...
-¡No me ha mentido! Todo esto es porque tú dices que alguien tiene que tener un arsenal de especias para poder decir que ha hecho una simple focaccia rellena...

Al final la focaccia era de un italiano de debajo de su casa, no sé cómo no caí al verlo. El caso es que por orgullo no se lo dije a mi hermana hasta meses después, cuando ya me di cuenta de que aquel tipo no me quería de verdad. Solo necesitaba ir acompañado a las fiestas y saber que podía llamar a alguien cuando no tenía nada que hacer. Una auténtica decepción, pero de esas se aprende.