viernes, 23 de noviembre de 2018

Breve paréntesis.

Llevo meses sin poder sacar ninguna palabra en claro. No escribo ni un párrafo que valga la pena. Lo he intentado todo: volver a leer a los clásicos, ponerme un té calentito y buena música. Estar mucho con John y pensar en todo lo que quiero. Nada. Estoy en la sequía más absoluta. Entiendo que la oficina me consume y que estoy harta de leer los informes de final de mes (terriblemente escritos, por supuesto). Estoy cansada de oír lo mal que va todo y sobre eso no me apetece escribir. Siento que viajo desde el salón de mi casa pero que luego, al abrir el ordenador todo desaparece, se desvanece como las notas de la música cuando ya se ha acabado la fiesta. John dice que tengo que volver a escribir, que no es natural en mí estar sin poner nada por escrito. Lo cierto es que sí que escribo, pero cosas demasiado íntimas que solo él y yo podemos leer, y eso no va a hacer un libro. La vida está llena de fechas límites, pero para escribir yo no tengo horarios, no tengo presión y quizá es lo que me hace falta. Por ahora voy a dejar esto así que está pitando el horno y tengo que sacar la quiche. Esta noche vienen mis padres a cenar y espero sacar ideas sobre una copa de buen vino y los ojos de mi padre.