viernes, 8 de julio de 2016

Extrañar

- Lo he superado. Ya no me acuerdo de cómo se abrochaba los botones a contrarreloj antes de irse corriendo a no sé qué conferencia en el centro. Ya no se me queda en las camisas el olor de su perfume, ya no recojo zapatos del suelo, ni me encuentro mil cremas abiertas en el baño... Estoy seguro de que lo llevo mucho mejor ahora que hace dos segundos. 
-Papá...
-No digas papá como si fuera un enfermo, hija, que estoy realmente mejor que hace un momento.
-Papi, eso no tiene ningún mérito, lo que hay que conseguir es que vuelvas a estar como antes.
-¿Estás loca? Jamás volveré a estar como antes. Sin ella nunca seré como antes, sin ella no seré jamás nadie. Ella era mi todo, desde que empezamos a vernos empecé a salir de mí mismo... Ella también ¿eh? Ella mejoró, o eso decía, yo la veía inmejorable. Llena de tontunas en la cabeza sin verse de verdad. Cuando nos casamos, se le salía la sonrisa de la cara, estaba impresionante, ¿sabes? Imponente, toda de blanco entrando con aquella música en la iglesia... ¿Ves? De la música no me acuerdo, pero de ella, de ella siempre. Y cuando estaba embarazada le brillaba todavía más la cara, y se ponía esos vestidos de lunares como sacados de hace dos décadas, pero a ella le quedaban bien, y yo al parecer no tengo ni idea de moda...Pero bueno, vamos a dejar de hacer esto. Tengo que volver al ejercicio de no acordarme bien de las cosas... ¿Por dónde íbamos?
-Papá, recordando lo que tienes que olvidar solo consigues seguir acordándote...
-Ya lo sé tonta, por eso lo hago. Me encanta acordarme de tu madre. 

jueves, 7 de julio de 2016

Sacrificio

- Y vuelvo a ti, maldita ciudad que tanto mal y bien me ha hecho. ¿Volveré acaso a sumergirme en tus aguas? ¿a beber tus brebajes? ¿a hundirme en tus arenas? Repugnante calor y asqueroso ambiente. Vuelvo sin embargo a ti, maldita perra, que tanto dinero me robas. Que me sometes a la indigna actividad de comer contra el viento tragando granos de tu seca arena. Ríete de mí, si quieres, yo solo demuestro ser valiente, me enfrento a ti una vez más y surcaré tus mares por mucho que me cueste. Otra vez saldré vencedor y diré: no has podido conmigo. Oh, sí, vuelvo, pero será la última vez, porque...
-Ya basta Alberto, hijo, que solo es una semana. Te juro que no te vuelvo a pedir que vayamos a la playa, pero deja ya el drama. ¡Qué barbaridad!