jueves, 31 de diciembre de 2015

Happy New Year,

Nunca me duermo en el tren, suelo ir leyendo o mirando por la ventana. Pero aquel día estaba agotado. La noche anterior me la había pasado escribiéndole a Eloise una carta, quería empezar el año siendo sincero. Me hice varios cafés y puse la canción que tanto le gusta. No sé escribir, no lo hago muy a menudo. Me paso el año metido en un laboratorio y solo hablo de células. Ahora tocaba hablar de ella, de cómo se había colado en mi vida sin avisar, cómo se había convertido en mi distracción favorita. Necesitaba decírselo bien, claramente, sin crear malentendidos y sin resultar cursi. Yo no sé escribir, así que me tiré toda la noche reescribiendo borradores. A veces, yendo al trabajo lograba escribir la carta de manera brillante en mi cabeza y al abrir el ordenador no salía ni una coma. A la mañana siguiente, cogía el tren para celebrar el fin de año con mis padres, así que dejé la carta en su buzón. Sé que a ella un mail no le habría hecho tanta ilusión como una carta. Nada más dejar que se deslizara dentro de su buzón, casi me dejo los dedos intentando recuperarla, pero ya estaba hecho. Ya se lo había dicho todo, o casi todo.

 Me desperté a dos paradas de llegar a mi casa. Ese año no había nevado y eran las primeras navidades que, por trabajo, había pasado en Londres solo con mis tíos. Estaba deseando llegar a Grimsby y pasear por la playa pensando en qué diría Eloise de mi carta. Estaba aterrado en realidad, ella es una mujer muy exigente, escribe mil veces mejor que yo y seguro que mira el buzón todos los días. Cinco días después de Año Nuevo llegó una carta con una caligrafía increíble. Pensé que yo también debía haberle escrito a mano... 

"Querido Robert:

tu carta fue sin duda la mejor forma de empezar el Año Nuevo, me llenaste los ojos de lágrimas de alegría. Me encanta que hicieras esto del correo postal, me hiciste sentir como una protagonista de Jane Austen. Estoy de acuerdo contigo en todo, creo que deberíamos dejarnos de indirectas y cafés con amigos e irnos a cenar algún día los dos solos. Estoy deseando llevarte a un sitio que desccubrí el otro día cerca de Covent Garden. No quiero alargarme mucho porque sé que te llegará la carta casi cuando tengas que volverte a Londres y espero verte en cuanto estés ya aquí. 

Repito que me ha encantado lo de que sea una carta. Sin embargo, si te parece bien, te dejo mi número para que me contestes con una llamada. Soy demasiado impaciente como para esperar otra carta. Siento ser tan víctima de este siglo de nuevas tecnologías. 

Feliz Año, 

Eloise". 

sábado, 26 de diciembre de 2015

it's cold outside

Esperar el autobús en invierno no es mi pasatiempo favorito. Se me había acabado la novela y con el frío que hacía no tenía valor ni para encenderme un cigarrillo. Empecé a memorizar el texto de los estrenos de cine que anunciaba un cartel pegado en la parada. El autobús estaba tardando más de la cuenta. Sabiendo que, por la dichosa ley de Murphy, en cuanto me encendiera el cigarrillo llegaría el bus, me encendí uno. Pero no llegó el bus sino tú. Corriendo y con el abrigo imprudentemente desabrochado para el frío que hacía, me preguntaste: 

-¿Llevas mucho tiempo esperando?
- Siglos. Habrá pasado algo. 
-¿Tienes otro para mí?
- Que conste que te lo doy con la esperanza de que no puedas acabar de fumártelo porque llegue enseguida.
-¡Qué cruel! Pero gracias...
- De nada. 

No me quedaba casi batería en el móvil pero necesitaba mirar si en la página de transportes ponía algo así como "huelga de conductores para fastidiarle las vacaciones", "llegue a casa para cenar en Navidad como mejor se le ocurra" o mejor: "fúmese otro, llegará enseguida".

-En la página esa no ponen más que los horarios, no creo que digan nada de nuestro bus. 
- Genial. ¿No te espera nadie para cenar?
-Claro que sí, por eso venía corriendo. 
- Y si no llega nunca, ¿cómo piensas llegar a tu casa?
-Andando...
- ¿Andando? Pero, ¿dónde vives?
- Cerca de West Ham, a 1 hora de aquí andando. 
-Yo voy hacia allí, cerca del estadio. ¿Pero de verdad vas a ir andando?¿Con el frío que hace? 
-Si vienes tú sí.
-¿Te estás quedando conmigo?
-No me malinterpretes... Hacemos una cosa. Tú quieres ir andando pero no te atreves a hacerlo sola, right? Yo voy a ir de todas formas pero no me quedan cigarrillos, right? Yo pongo la compañía y tú el tabaco. ¿Te parece justo?
- Lo que no me parece justo es que mi hermana haya preparado su primera cena de Navidad y yo vaya a llegar tarde o no llegar. Así que vamos. Pero solo te voy a dar tres, tres máximo. Right?

Estuvimos andando y hablando, como dos perfectos desconocidos que éramos, me enteré de que trabajabas en mi empresa pero no conseguí averiguar si nos habíamos cruzado alguna vez. De repente media hora después...

-Creo que sería más civilizado pedir un taxi.
-¿Perdón? 
- No es que no se me haya ocurrido antes, pero prefería ir andando con la borde del departamento de diseño antes que invitarla a un taxi y perder la oportunidad de contarles a todos el 26 que no eres tan arpía como todos se creen..
-¿Esto era una apuesta?
-Of course, yo siempre vuelvo en metro. Odio el autobús. 
-Eres idiota. Pero de los de concurso. Me alegro que toda la empresa vaya a saber que no soy una bruja, seguro que dejarán de tomarme en serio. Gracias, Will.

Pedimos un taxi y fuimos en silencio hasta la casa de mi hermana. 

-Si cenas conmigo el 26 no le contaré a nadie que eres un encanto.
- Ok. Lo hago por conservar mi reputación, y yo diré dónde cenamos. 
-Perfecto, ya tengo tu número. 
-¿Cómo? 
- Acabas de llamarme porque no encontrábamos mi teléfono, ¿te acuerdas?
- Whatever... Merry Christmas Will. 
-Merry Christmas, Amanda. 

C'était un je sais pas quoi

Mi cabeza da vueltas desde por la mañana hasta que me acuesto. Supongo que nadie se da cuenta, pero yo pienso en mil cosas. No puedo ver una película sin hacerme mil preguntas, o leer un libro sin replantearme mi existencia. A veces es un auténtico calvario. Pero el otro día, por unas horas, volví a ser yo. Sonreía porque no podía evitarlo;  fue hablando contigo. Te vi y me quedé tranquila, nos presentamos y ya estábamos hablando. Me gustó ver que dentro de todos los comecocos que mi cerebro se ha montado últimamente, sigue estando la verdadera yo. No me atrevo a transcribir una a una las cosas que nos contamos pero las recuerdo con claridad. Recuerdo el color de tus ojos y la forma de tu sonrisa. El tono de tu voz va borrándose poco a poco pero sigue siendo tranquilo e interesante. Supongo que tú estabas tan normal, pero yo me sentí con ganas de decir eso de 'you made my day'. Habría seguido hablando toda la noche, pero a vosotros no hay quien os entienda y no supe por dónde seguir. 

Desapareciste. Sin embargo, yo he vuelto a soñar. 


Gracias por nada. 

viernes, 11 de diciembre de 2015

Friendly kind of freak

Los viernes por la tarde no corrijo exámenes ni preparo clases. Los viernes ordeno el piso. Me centro en la cocina y la dejo como para que la hagan fotos. Mi cuarto y toda la ropa acumulada durante la semana. Los papeles de los dos mil seminarios de la uni a los que quiero ir pero que nunca tengo tiempo. Luego pongo una lavadora y mientras intento llamar a mi madre, que nunca puede hablar, porque está conduciendo o lo que sea y termino hablando con mi hermana que me cuenta del instituto y de lo tontas que son las niñas de su clase. Le cuento que aquí en Berlín los institutos deben ser muy distintos. Cuando termina la lavadora, la tiendo, sabiendo que no se secará hasta quizá mañana por la tarde. Me hago un té, con poca azúcar, y si queda del bizcocho que me hice el domingo pasado, pues con bizcocho de zanahoria. Me gusta sentarme a leer en el salón, mientras escucho el ruido de la calle. Mi cuarto ya está. La cocina y el salón también. El cuarto de baño le toca o a Tilman o a Agatha, ya no me acuerdo a quién le toca los viernes. Agatha suele llegar sobre las 6h30 con un plan maravilloso que me salva de mi rutina y acabamos en cualquier mercadillo clandestino o en un concierto de mierda. Pero es un buen plan, porque la gente es lo que importa. A casi todos mis amigos los he conocido en clases de la uni en las que me cuelo, en la presentación de un libro en la librería española de Neuköln o en conciertos en algún garito de Kreuzberg. Agatha me ha enseñado un Berlín que no conocía y hace que me olvide de los exámenes de mis niños, de que en Madrid hace mejor tiempo, de que sigo soltera y de que era ella quién tenía que haber hecho el baño, porque los viernes le toca a ella. 


I wanna be as cool as Berlin
I wanna be future with a history
Out of tune but in my melody
Je m'en fous, but very trendy