sábado, 28 de septiembre de 2013

Amargo souvenir

Emily estaba sentada en la alfombra jugando a ser mamá, Eloise y Jakob habían montado una batalla en el pasillo y no dejaban de gritar.  Glen no había llegado todavía y los macarrones estaban en el fuego.  Llovía. Sé que la lluvia hace que todo suene más romántico pero es que en Londres no hay día que no llueva. Mientras se hacía la cena, cogí mi cuaderno y lo abrí al azar:
 
28 de septiembre de 2013
 
Soy incapaz de publicar nada, sé que no tengo derecho, lo que está pasando es solo nuestro y nadie más debería enterarse. Voy a intentar escribir sobre la lluvia de Bruselas o el color de tus ojos, así nadie sospechará.
 
Qué días tan maravillosos fueron aquellos. Qué lejos está el hombre que hacía que cada día fuera diferente. La oficina apaga el verde tus pupilas y ya no me dejas tu abrigo cuando llueve.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Dédié à

jesaispasencore.
 
Paso a paso. Poco a poco. Día tras día. Así y asá. Acá y allá. Toi et moi. Siempre y jamás. Si pero no. Cuándo y cómo. Café con leche. Todo y nada. Quién y dónde. Sostenido y bemol. Ser y estar. Esa es la cuestión.
 
Car ensemble rythme avec désordre.

lunes, 16 de septiembre de 2013

ungemein,

Como la mañana del 6 de enero.
Como una despedida sin lágrimas.
Como comer por menos de un franco en Ginebra.
Como ver caer la lluvia sobre el agua del mar.
Como desayunar en la cama.
Como tomar el sol en Helsinki.
Como un concierto de Wagner.
Como leer tirada en el césped del Retiro.
Como la risa de un recién nacido.
Como estar contigo a todas horas.
Como un día de sol en Londres.
Como un copo de nieve sobre la Alhambra de Granada.

Así serán todos los días, totalmente extraordinarios.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Loin mais bien

Creo que las mujeres somos más dadas al sentimentalismo. A echarnos a llorar sin mucho sentido. Si, yo siempre me emociono y lloro en cuanto puedo. Despedirte de tu habitación durante más de un par de semanas no es fácil, no lo es. Me dediqué a pasar la mano sobre todos los muebles; mi cama, las librerías, nuestra foto en Roma, las estampas y los libros. Le dije adiós a todo y se me saltaron las lágrimas al abrazarla, al decirle que le iba a echar de menos. Le di un beso y me prometió rezar por mí. Me cogió de la mano y me preguntó cómo podía llamarme por Skype. Me voy durante mucho tiempo y sé que todos me van a faltar, a su manera, a todas horas.

Ahora en mi cuarto no hay fotos, los seis libros que me he traído no llenan la pobre librería que tengo, pero cuando miro por la ventana, veo la cima del Mont Blanc que se esconde tras las nubes, el tranvía que deja pasar a un par de estudiantes que cruzan sin mirar, la Plaine de Plainpalais que acoge al circo por unos días, los skaters poniéndole emoción al asunto... Cuando me doy cuenta de que me han regalado Ginebra no puedo dejar de sonreír.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

épisode quotidien

No merecería la pena vivir. Ni levantarse de una manera u otra. No tendría sentido el sonreír sino sonrío contigo. Sé que es ponerse un poco dramática pero creo que es la primera vez que me pasa. Es una especie de reacción alérgica, se me produce cuando pienso que vayas a contarle las cosas a otra, que la vayas a hacer reír a ella y no a mí. Que viajes a su lado y no al mío.
Lo descubrí el otro día, volvía en tren pensando en todo lo que ha pasado en tan poco tiempo y me dije, si no me va a querer a mí creo que moriré. Si, parece como si estuvierais hablando con un guión barato de Hollywood, pero no queridas soy yo, la de siempre.
Creí morir, me invadió una suave depresión por todo el cuerpo, estaba al punto de desfallecer. Por suerte no pasó nada pero seguía estando triste.
 
-Sabes Nicole, creo que si no es con él con quién debo vivir el resto de mis días es mejor casi que me mates o algo.
-Jajaja estás completamente enamorada, y completamente loca. Pero si crees que es así no desistas, confía en que es él. Recuérdatelo todos los días, 'ya le he encontrado, ahora solo tiene que darse cuenta él'. Y deja de pensar en el fin del mundo, es perder el tiempo.
 
La escuché, las hermanas mayores ayudan mucho.
Después de devorar una bolsa de palomitas de colores ya me sentía mejor.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Dream on and on

Era capaz de imaginárselo todo. Sentado en el salón de su casa en Montauk, mirando al mar sabía estar en las torres más altas de Chicago o saltar sobre las cataratas del Niágara sin romperse un hueso. Un día, recuerdo que me senté a su lado y me contó la historia de un pequeño pueblo en los Alpes. En el pueblo, había una calle que subía hacia las montañas, los niños cogían sus trineos de madera y empezaban a tirarse por turnos. Mi abuelo nunca había viajado a Europa pero se la imaginaba tal y como era. Creo que no solo se había leído todos los libros de su gran biblioteca si no que además se los aprendía casi de memoria. Mi país favorito siempre fue Noruega y sus paisajes interminables. Mi abuelo paseaba conmigo sobre las eternas praderas nevadas de Noruega. Un día echamos a volar nuestras cometas en Hyde Park, la de mi abuelo se enganchó en un árbol y montamos tal jaleo que apareció la reina para calmar un poco el ambiente. Juntos, mi abuelo y yo, conocimos a Mohamed Ali y viajamos a San Petersburgo. El día que dimos el gran paso de viajar a Shanghái a mi abuelo le ingresaron en el hospital, le dijo al doctor que no sabía que Shanghái fuera una ciudad tan húmeda, que sus pulmones no respiraban tan bien el aire cargado de la ciudad china. Nadie más que yo sabía su secreto, solo yo sabía que él tenía el poder de trasladar todo su espíritu hasta el otro lado del mundo. Era la persona que más quería del mundo. 
Mi abuelo dejó de escuchar al reverendo McRowe cuando murió mi abuela, pero todos los domingos leía detenidamente las lecturas y luego se dormía pensando en ellas. Sé que también sabía cosas sobre el Cielo. Supongo, que ahí nunca viajamos porque quería ir él solo, por no darme envidia. Partió hacia allí esta mañana y sé que no va a volver, aquello debe ser maravilloso.