domingo, 30 de enero de 2011

Batido de pepino

Andábamos perdidas por la calle Espíritu Santo. Encontramos La Rue. Rien de rien, no llevaba más que un euro en la cartera, así que Pasi lo tuvo que pagar entero. Aaah!! Arte está ahí! Jaime!! Ahí estaba el amor de su vida pasando de largo de la mano de una rubia cualquiera.. Arte ve tras ellos, dime por donde se van que ahora salgo con el batido de pepino… Yo obedecí como buena amiga. Salí corriendo de La Rue y les seguí un poco me tuve que poner las gafas (mi miopía) y vi como Jaime se perdía en el horizonte de la mano de esa, esa… Pasi salió de La Rue ¿Dónde están? Bajaron toda la calle creo… nada, les habíamos perdido. Callejeamos por Malasaña, calle de San Andrés, Calle Pozas, Calle Madera…calles muy raras sin rastro de Jaime. Pasi lloraba riendo y reía con lágrimas. Jo, justo hoy que estaba deslumbrante justo hoy no me ve! Yo no quería decirle que muy deslumbrante no estaba, iba de azul, despeinada con las gafas torcidas y la sonrisa quebrada por una flecha de cupido mal dirigida. Pobre Pasi. Teatros, mujeres, chulos, oscuridades y por fin salimos a la luz de Gran Vía donde todo se ve más claro, más bonito. Yo no dejaba de pensar en mi propio yo y no me preocupé por la pobre Pasi. Seguimos hablando de amores y líos, de Roma y París, de nuestra vida y nuestras ciudades. Llegamos comiendo ositos Haribo a Opera, me tenía que ir. Picamos el billete y nos quedamos unos 15 minutos más hablando en los tornos. De repente apareció un chico y se acercó a Pasi. Empieza una nueva historia para mi amiga exótica, otro día la contaré.

sábado, 29 de enero de 2011

¡Es como de Sartorialist!


13 meses de diferencia. Distintos tonos de pelo. Caracteres opuestos y todo lo demás son los ingredientes imprescindibles para adquirir las mejores hermanas que se haya visto jamás.
Las conocí el otro día en el metro.

- ¡Oh! Eres estúpida. ¡No soporto que hagas eso!... y lo sabes- dijo la morena cabreada pero poniendo cara de agradable, como para que el resto del vagón no lo notara.
- ¿Ah si? pues me da igual porque yo a ti tampoco te soporto... - cara severa y cabreada de verdad- ¿Has visto lo que pone el 20 minutos de Emma Watson?
- No, ¿qué dice?
- Que es una de las solteronas más cotizadas del planeta.
- ¡Qué guapa es! ¡y qué tipazo tiene! Mer encantaría ser famosa para que me adelgazase un profesional...
- Jajaja.. pues a mi me da lo mismo...Pero si es muy guapa.
- ¡Ah! no te conté lo que me pasó el otro día...

Bueno así podrían estar durante horas (supongo) Yo solo las oí hablar lo que dura desde Principe Pio hasta Alonso Martinez. Lo que me impresionó fue como pasaron del cabreo a muerte a la confidencia minúscula y rídicula. A los códigos y motes que nadie más que ellas podrían descifrar. Rubia y morena. Hermanas y eso si que no entiende de fronteras. Eran maravillosas, por un instante las envidié yo no tengo eso, tengo a Fer, pero no a una hermana que como adjetivo de bello utiliza un: " es como de Sartorialist" Que yo como me dedico a la moda se lo que es.

Micaela Priamo
Elle








jueves, 27 de enero de 2011

Inema y Rido


Conocieronse de oídas primero. Fotos, opiniones y habladurías. Un cinco y un treinta y uno. Al verse, ella se enamoró pero él se rió y se distrajo por un tiempo con un mito de los griegos.

Después de haberse visto en estampas y oído cosas sobre el uno y el otro no hablaron, durante un año no hablaron. Ella se olvidó, él la recordaba atenta y sonriente morena y sonrosada. Mirando desde su mesa hacia detrás y riendo a carcajadas. Ella le escuchaba en fotos y letras de extraños, pero ya no soñaba. Pasó el verano de viajes y de lenguas para ambos, no se imaginaban, ni se veían, ni se escuchaban.

Se vieron y todo cambió se enamoraron los dos a la vez y no los dos a contratiempo. Se miraron y se hablaron hubo obstáculos y fracasos. Él se fue distanciando y ella lloraba por dentro, de impotencia. Ya lo demás yo no lo sé pregunten, a lo sabios.

miércoles, 26 de enero de 2011

Complicidad bajo tierra

-Perdona, ¿sabes qué línea hay que coger para ir a la calle Fuencarral?- preguntó una voz grave y melodiosa en su espalda.
- Sí -dijo ella- estoy yendo ahora mismo, es por la línea 10.
- ¿Puedo ir contigo?
- ¡Sí, claro!
Se montaron juntos en Nuevos Ministerios, un poco apretados por la gente, pero dentro al fin.
- Gracias, ¿cómo te llamas?- preguntó él sin evitar ruborizarse.
- Fiona, ¿y tú?- contestó ella sin borrar esa sonrisa que acababa por parecer permanente, como si la llevara pegada.
- Leo.
Las estaciones pasaban
lentas, más lentas que nunca. Gregorio Marañón, Alonso Martínez. Tribunal...
- Esta es la nuestra, bueno la tuya… Vamos que sí, que ya hemos llegado- titubeó Fiona.
Subieron las interminables escaleras hasta la calle en silencio, juntos, pero sin hablar. Al salir, Leo se encontró con un amigo.
- ¡Ey Leo! ¿Qué tal?
- Bien, ¿y tú?- contestó sin ganas mirando
a Fiona con preocupación.
- Bien. Que, ¿vas al lo de casa de Dani?
-Sí, sí…
-Y tú serás su novia, ¿no?
Leo la miró, sonrió y Fiona dijo:
- Sí, hola soy Fiona. Encantada.
- Igualmente. Bueno tío, que me marcho que tengo prácticas ¡Adiós!
Fiona empezó a reírse a carcajadas.
- ¿Sabes como se va a la calle Fuencarral?- dijo burlándose de Leo.
- ¡¡Eh!! Era la única forma de que hablaras conmigo…
Fiona le dio la mano sin dejar de reírse y cruzaron la calle.

lunes, 24 de enero de 2011

cold


Semáforos vestidos de enero. Frío y calor al entrar en casa. Sonrisas y risas bajo tierra. Complicidades de pupitre a pupitre. Año nuevo. Agobios, exámenes y trabajos. Guantes, gorros y rebajas. Botas y lluvia. De estos colores y olores se visten mis semáforos en enero. Verde, rojo y amarillo.

jueves, 20 de enero de 2011

Confitería ideal


A la hora que el sol despuntaba en el horizonte ella abría la tienda, repleta de confites y bombones. A la hora que los chicos iban a la escuela no pasaban más que abuelas para rellenar los botes. Esos botes de dulces que siempre hay en casa de las yayas.
Pero ese día era distinto para Eloísa, llegaría alguien que se daría cuenta de que ella estaba allí, de que era ella quien elaboraba con cariño los confites y dulces. Normalmente la gente entraba, elegía, pagaba y salía comiéndose el dulce.
Entró a las doce y cuarto. La miro fijamente y le dijo: Eloísa, ¿te acordás de mi? Ella se quedó perpleja mirando al joven que la hablaba: ¿Yo? ¿vos me estás hablando a mí? - Sií linda a vos, a la niña de los caracolitos rubios, a la niña de la casa hermosa, de los ojos claros, de la cara bonita. - Vos, ¿crees que soy linda? - Muy. - Seguramente me conocés de la época que vivíamos en el centro mismo de Buenos Aires, cuando éramos ricos y mi papá llevaba la confitería mas hermosa de toda Argentina. Hoy día solo tenemos esta esquinita de la calle Rosas. Ya ves, es lo que hay. - Menudo papelón que te montaste vos solita, seguís igual de linda, igual de inocente y me gustás igual que cuando tenías dinero. ¿Oíste? Así que secáte las lágrimas y ponéme unos dulces de esos, los de menta.
Al cogerle la bolsa, le rozó la mano, casi sin tocarle, con cariño.
El día siguió su curso habitual a las cinco la confitería se llenaba de niños y Eloísa atendió con paciencia la jauría. Confitería ideal.

miércoles, 19 de enero de 2011

Marce, 1954


Llegué dos horas antes a la iglesia. Coloqué con cuidado las flores y me senté en el último banco.
- Gracias- susurré entre lágrimas- gracias por ayudarme aquella vez, como tantas, pero aquella en especial.
"...Yo entonces tenía 19 años. Lloraba desconsoladamente en la plaza del edificio consistorial. El pueblo como siempre estaba desierto. Estaba sola, se habían ido, todos. No tenía nada que hacer la tienda estaba cerrada. Solo Papá sabía donde estaba la llave, pero él ya no estaba. En casa no se oía a Mamá cantar sus coplas mientras hacía la cena. Su voz se apagó para siempre, siempre. Lola no me contaba nada de sus sueños, de ir a Madrid y encontrar a un buen novio, carnicero, que la quisiera. De los nombres que les pondría a sus hijas, de su coche... Jamás volvería a reírme con ella, jamás.
- Marce, ¿Qué te pasa?
Era el párroco del pueblo había llegado el año anterior. No sé de qué me conocía, yo hacía mucho que no iba a misa...
- ¡Don Antonio! ¿Cómo sabe mi nombre?
- ¿No eres tú la hija de Leoncio y Marina?
- Si, soy yo.
- No llores.
Después me dio la mano y entramos en la parroquia. Cogió un libro muy gordo y buscó entre sus finas páginas.
- Mira, lee.
- Es que yo no sé leer don Antonio, lo siento.
- "Dios es Amor" eso es lo que pone..."

jueves, 13 de enero de 2011

Montag

No llego nunca pronto, pero ya estoy harto. ¿Para qué? Para oír el sonido de ese imbécil. Para saltar cada vez que el subnormal no hace le que le pido. Para ver como se va apagando poco a poco porque no le queda batería y no encuentro el cargador. Odio a mi ordenador, porque no hace nada de lo que tiene que hacer. Trabajo para una empresa que vende uniformes de trabajo y me ocupo de las cuentas, contable es el insulto que mi existencia me concede. Es el peor trabajo que podéis hacer jamás. Nunca estudies economía, es lo peor. Y por eso nunca llego pronto y me da igual. Son las ocho y media, tendría que estar fichando en la puerta del edificio, pero no aquí estoy dos pasos de cebra más allá.

- ¡Aaay! De verdad déjame en paz no puedo más no me hables de eso por favor. ¿Te importa olvidarlo? Sí, lo siento llegué tarde, si lo sé... Mira majo sabes lo que te digo que no me vuelvas a llamar para nada si no te caigo bien. Si en realidad no sé por qué sales conmigo... ¿Qué?... ¿Perdona?... Sabes vete a la mierda.

No pude contener la risa. Menuda bronca acababa de echarle a su loquefuera...
- ¿Te estás riendo de mi?
Que no la tome conmigo...
- Emm... no... ¿Te conozco?
- Ahora sí, soy Paula.
- Jajaja... Nacho.
- Sé que te reías de mí, da igual... Es que es un imbécil...
- No, no te lo discuto no sé que os pasaría...
Se puso verde, cruzamos. Era morena, más bien bajita y sonreía de una manera muy especial. Paula.
- Y, ¿a dónde vas?
- Yo, a trabajar. ¿Y tú?
- Sí también, ¿ a qué te dedicas?
- Soy contable... ¿tú?
- Pastelera.
- ¿En serio?
- Sí, mi pastelería es la de al lado del Massimo Dutti de esta calle. ¿Sabes cuál?
- Sí, ¿Chocolat?
- Sí, esa.
- Pues yo compro todos los días allí el pan... No te había reconocido... Ya sabes sin la bata...
- Jajajaja.. ya decía yo que me sonabas... jajajaja
- ¿Te sonaba?
- Si tú eres el de: una baguette y una palmera por favor.
- La palmera es para mi vecina.
- ¿Tu vecina?
- Si tiene cuatro años y le encantan tus palmeras.
- ¡Qué orgullo! Bueno, hasta mañana.
-¡Hasta luego mejor dicho! No voy a dejar de comprar porque sepa lo que me espera si algún día te caigo mal...
- Tranquilo Nacho, no me caerás mal.
- Eso me tranquiliza...
He decidido comprarle el pan a toda la empresa a partir de ahora. No es tan malo trabajar donde trabajo. Tiene sus ventajas.

miércoles, 12 de enero de 2011

Pluie

Adoro los otoños de París. Me encanta pasear por las calles repletas de hojas amarillas, los guantes, los gorros... Desde hace un año tengo un pequeño piso en la plaza Salvador Dalí en Montmartre. En primavera la plaza se llena de pintores y es maravilloso. Me encantaría bajar a pintar con ellos pero mis cuadros no son ni la mitad de bellos que los que pintan ahí abajo.

Vine a Paris con la ilusión de hacerme pintora pero la inesperada muerte de mi tía Adèle, quien me mantenía hasta el momento, dio un vuelco a mi vida. Desde entonces trabajo en una crepería en los alrededores del Museo d’Orsay.

La dueña de la crepería es una mujer encantadora que siempre está intentando saber que es de mi, cómo es que me vine a Paris, donde vivo... Pero yo intento mantenerme un poco en el anonimato, no me gusta llamar la atención, ni que me tomen por la típica huérfana que hace que todo el mundo se apiade de ella. Sin embargo la quiero mucho a pesar de lo curiosa que es. Me ayuda cada vez que nota que me falta de algo. Recuerdo la última vez cuando llevaba mis botines agujereados y al día siguiente apareció con unos nuevos. Yo lo único que le puedo regalar son mis cuadros, y ella lo que hace es colgarlos en las paredes del local.

El frío del otoño trae a mucha gente que prefiere gastarse el dinero antes que congelarse en la calle. La hora que más me gusta son las cinco y media. La crepería se llena de chicos y chicas del colegio que hay detrás de la rue des Lilles, y parecen estar todos encantados y los que no, se acercan a la barra y te cuentan sus penas, son encantadores. Martin Balavielle, siempre viene diciéndome que no quiere ir a su casa porque su padre le pegará por haber mordido a su prima que “por desgracia va a la misma clase que yo”, luego están los sueños de Audrey Sabarde que quiere ser bailarina y por eso asiste a clase en el conservatorio de danza, cuando termine se casará con un famoso director de orquesta y tendrá tres hijas “preciosas”... Así paso las tardes desde que murió mi tía en julio.

Luego está la hora del café de por la mañana. Las mañanas las paso con Louise D’Oloi una mujer de unos cuarenta y cinco años que lleva dos meses intentando adoptarme. Dice que soy muy hermosa y que podría ser modelo de su primo que es pintor. A mí personalmente me repugna la idea, ¡qué vida tan aburrida es esa de pasarse la vida quieta en la misma postura!

Hace unos días, como por el 14 de noviembre, cuando salío de la crepería había un joven apoyado en la esquina de la calle fumando un cigarrillo, escondido detrás de una hermosa boina color gris. Yo le miré pero sus ojos negros me intimidan y no le aguanté la mirada ni dos segundos. Es curioso, suele estar a las ocho, cuando salgo de trabajar y jamás entra en la crepería, y cuando nos cruzamos nunca me saluda y eso que nos llevamos encontrando una semana más o menos.

Como siempre me paro antes de cruzar la calle, le puedo observar detenidamente. Todos los días lleva la misma boina y la misma chaqueta, tendrá no más de dos camisas, los mismos pantalones desgastados en las rodillas y unos zapatos marrones que le quedan un poco anchos. Debe de morirse de frío.

Ayer, fue viernes, le vi y me paré.

- ¿Qué haces aquí todos los días, a quién esperas?

- ¿Yo?- tartamudeó- pues... no espero a nadie solo que me gusta estar aquí, ¿Te importa?.

- ¡Ah! Creía que venias aquí para decirme algo pero nunca te atrevías. Sabiendo que no es por mí...

- ¿Por ti? ¿Yo? No, no es por ti, que va en absoluto, creo que vivo en Paris desde hace mucho más que tu, ¿O me equivoco?

- ¿Por qué lo sabes? Si soy de Limoge pero vine aquí a estudiar.

- ¿Estudiar? ¿En una crepería? No lo había oído nunca. ¿Desde Limoge? ¿Y que se te ha perdido en Paris?

No pensaba contarle mi vida así que me di la vuelta y crucé. Empezó a correr detrás de mí.

-¡Mathilde! ¡Mathilde!

Me giré.

- ¿De qué te sabes mi nombre? ¿Me espías?

- No, bueno no exactamente. Alguien me dijo que venías de Limoge y eras la sobrina de Adèle Lotouse.

- ¿Y?

- ¿Conocías a Pauline Lotouse?

- Era mi madre. Pero... ¿Albert?

- Mathilde...

lunes, 10 de enero de 2011

Danubio Azul

Salía de allí, de mi París. Mi ciudad. Mi musa. Mi juventud. No quería olvidar ningún detalle. El balcón que daba a la Rue Blanche. Florence y su sonrisa. El rojo pasión. La majestuosidad con la que se alzaba, como danzando, el Sacre Coeur. La sofisticación de Les Champs Elysées. La Torre Eiffel. La melodía constante del francés. Los zapatos de Louise. El cementerio. La alegría de los niños en Saint Germain. El estruendo que producía el metro al entrar en la estación de la Concorde. Saint Lazare. Françoise. Las rosas de Bagattelle. Port Maillot. El sol reflejado en el Arco del Triunfo. La melena de Eléonore. El acordeón que sonaba las tardes de invierno en Notre Dâme. Leer “Metropolitan” sin tartamudear al ver llegar a Chloé con los pasteles. La lluvia en los cristales oyendo a Dickens en mis ojos.
Obligaré a mí memoria el no olvidarte jamás, París. Lo prometo. París. Cerré la maleta, sin prisa, la bajé al recibidor, besé a Mathilde y me subí al taxi. Al momento tuve que volver, me había olvidado el sombrero. Miré por la ventana. Allí seguía. Mi París. Mi aventura.

domingo, 9 de enero de 2011

My fair story


¡No podía ser! Estaba perdida. Yo allí sola. Sin nadie que conociera. Sin trabajo. Me acaban de echar del trabajo. Me había buscado un trabajillo en el Topshop de Oxford St. y va y cierran. ¿Quién se imaginaba que fueran a cerrar ese pedazo de Topshop? Nadie. Pero no... tenía que pasar! me lanzo a la aventura y se chafa todo. Encendí el último cigarrillo que me quedaba ( no iba a volver a comprar tabaco, no me lo poda permitir) Me senté llorando de desesperación en el suelo de mi querido Covent Garden. Siempre lloviendo como yo me lo imaginé. Londres me había jugado una mala pasada.
- Hi! What's the matter?
- Oh! nothing thanks...
Un joven ingles rubito de pelo rizado y con ojillos azules se me acercó.
- I'm lost, lost in London. That's all, but thanks.
- Lost in London!?!
- I mean, I've been fired. I'm Spanish and I have nobody here, so I say I'm lost.
- Ouch! I'm Paul, nice to meet you. Can I sit with you?
- Yeah, of course!
- Your name is...
- Inés, sorry.
- Ok, and.. What will you do?
-I don't know. I thought looking for pubs to see if they need a waitress or something.
- Yes, not a bad idea. I know one just over there that's fine. I don't know if they need a waitrees but... to dinner is perfect!
- Are you inviting me to dinner tonight?
- Tonight is perfect!
- ahahaha..are you crazy!?! I've just met you Paul...
- Ok, what do you want to know about me?
-Everything?!!
- I'm english, I'm working in a school, I'm the english teacher, I have two brothers and you could say I'm catholic.
- Catholic? There are hardly catholics in England and bam! I know one. How is Life!?!
- I don't go to church or anything, but I'm baptized... Well I also want to know something about you, describe yourself in three sentences.
- I was working in Topshop, I have four brothers and one sister, and I will go to the university the next year. And I'm catholic.
- How old are you?
- 19, and you?
- 23, but that's not a problem isn't it?
- A problem for what?
- To go to dinner togheter tonight?
- No, no problem.
- Ok, we meet right here at eight! Bye!

Está completamente loco! Se llama Paul y es un encanto. Ese encanto es la razón de que nunca haya hecho la carrera, me quede allí en Londres con él. Ahora soy fotógrafa de la revista de su colegio ( por algo se empieza) No es lo que yo había planeado pero es mejor...

viernes, 7 de enero de 2011

Silly Simphony


Habíamos hecho una cena de clase en casa de Jill para celebrar el Año Nuevo. Estábamos todos. Todavía estaba puesto el árbol y los adornos de Navidad decoraban la preciosa casa de mi amiga. Cuando terminamos de cenar me puse a recoger y tras luchar con Jill por el puesto de fregar me quedé sola en la cocina. Entonces entró Glen. Empezamos con un silencio incómodo y terminé contándole lo mal que me había organizado en las vacaciones para hacer todo lo que nos habían mandado y cómo paradójicamente había avanzado bastante trabajo.
- Si, no soporto a ese tipo de gente que trabaja la mitad que tú pero acaba haciendo lo mismo que tú en mucho menos tiempo.
- ¡Ah! O sea que no me soportas.
- No, a ver tú, es tu vida me da igual.
- ¿Así que mi vida te da igual?
- ¿Cómo me va a dar igual tu vida?
- ¿Y por qué no?
- Porque, porque te quiero Emma.
- ¿Me quieres? ¿Por qué me quieres? No... no tengo nada que...
- No lo sé pero si... parece que te quiero.
- ¿Parece?
Este estúpido interrogatorio retórico fue interrumpido por la igualmente estúpida de Molly.
- Glen, ¿no vienes a terminar la partida?
- Eh... no.
- ¿Qué se supone que estás haciendo aquí?
- Está secando las cosas que termino de fregar.
- ¿De verdad la estás ayudando?
- Si, si eso hago la ayudo a secar las cosas que termina de fregar... Con un trapo... ¡con este trapo! Ya lo ves no puedo ir a terminar la partida...
- Bueno, pues tú te lo pierdes friegaplatos.
Salió de a cocina con ese aire de diva que siempre la acompaña.
- Pobrecita está locamente enamorada de mi...
No lo pude evitar y solté una carcajada. A la que inmediatamente él contestó y así comenzamos lo que ahora se podría llamar: noviazgo necesario pues ambos nos queríamos desde hace mucho solo faltaba que nos informáramos el uno al otro de que éramos correspondidos.