miércoles, 25 de enero de 2012

Carta de una escritora arrepentida

Nunca he sido un ratón de biblioteca, no, me costó mucho leerme Harry Potter 1 y lo consideré un logro. Llegué hasta el 7 y me supo a poco. Con el tiempo, y con ayuda, fui leyendo un poco más. No he leido mucho durante mi corta vida, cosa que no reconoceré jamás, pero puedo decir que solo he leído buenos libros. Ana Karenina me absorbió durante semanas de un precioso verano de hamaca en la sierra madrileña. Evelyn Waugh me acompañó a Frankfurt e hizo que las noches sola fueran más amenas. Jamás conoceré a Joseph Joffo pero me sonrío al ver las peluquerías que pueblan París con su nombre. Todas las Navidades veía Mujercitas con Wynona al mando pero solo al leerme el libro supe lo poco que se comprende a la pequeña Amy en el film. Ni siquiera 100 años de soledad pudieron con mi sed de lectura. Persiguiendo al moderno Prometeo pasé miedo encerrada en un abarrotado vagón del tren, Zweig, Camus y Kafka... Me quedan David y su tía en la Inglaterra de Dickens que espero concluir para leer a mi querida Agnes, aún desconocida. He leído bien aconsejada, poco, pero verdaderas maravillas de la literatura universal. No he perdido el tiempo con novelas pseudorománticas, aunque espero leer tanto que tenga que recurrir a ellas porque no me quede nada más que leer.

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