lunes, 15 de septiembre de 2014

hopeful

A veces te levantas con la sonrisa de siempre, dispuesta a lo que sea. No te das cuenta de cuántas cucharadas de café te has echado, o de si comes galletas o mantequilla. Estás feliz y te ríes incluso. Otras veces no hay quien te saque una sonrisa, no quieres hablar con nadie y querrías coger el primer avión hasta el otro lado del mediterráneo. Esos días son más difíciles, tienes que beber agua de más para compensar las lágrimas tontas que te nublan la vista, que no te dejan vivir. Intentas leer y ordenar los papeles acumulados encima de la mesa, pretendes así distraer tu memoria con pequeñas cosas que hacer. No sirve, a veces no hay solución. Son los días de mierda, en los que nada te apetece. Entonces te acuerdas de él, de cómo se ríe y de que le gustaría que rieses. Recuerdas el piano y las canciones, vuelves a pasear de su mano y a sentirte tranquila de saber que sois los de siempre. Entonces sales de ti misma y dejas de dar vueltas al egocentrismo y te repites que 'el dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces'. 

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