jueves, 7 de abril de 2011

na-rra-ción

Me arrepiento de ser perezosa. Me arrepiento de decir lo que digo, lo siento. Lo de ser perezosa creo sinceramente que es el peor defecto, después de ser idiota, que se puede tener. Nunca he visto en un defecto tan bien reflejado el sentido de culpabilidad, tú lo pagas todo. Pagas la bronca del jefe, el suspenso en la prueba, la camisa sin planchar, el pelo sucio, las ojeras, el café frío, las tostadas crudas (qué pereza da esperar a que se hagan). En fin tú te lo tragas todo, tú solita.

Lo de hablar sin pensar ya es más frecuente, pero es que hay veces que no se olvidan. 10 de abril 11.20 pasillo del primer piso, llegando a la puerta:

- Oye, ¿qué te pasa?
-¿A mí?
- No a la bombilla...
- No sé,nada ¿por?
- No sé porque estás callado, torpe, tímido... COBARDE.
- ¿Cobarde?
- Si, ¿es que no piensas decírmelo?
-¿El qué? ¿De qué hablas?
- Lo mucho que me quieres.

Jamás me había puesto tan roja, jamás.

-Yo.. mira Mónica.. yo, es que mira, ¿por qué no me has dado tiempo?
- Ah! si lo siento es que 7 meses es poco para una mente tan lúcida como la tuya.
-7 meses, septiembre, octubre, noviembre... si han sido siete meses que se han pasado volando...
- No precisamente volando. Más bien parecían una comitiva de viejos al paso...
- Bien, empecemos otra vez.
- Vale.. oye, ¿a ti qué te pasa?
- Que te quiero.

Me besó, torpe, tímido y valiente.

Hablé sin pensar y ahora tengo que cargar con el peso de mil doscientos mensajes, ocho besos a la semana y doscientas mil quinientas llamadas. ¿No es maravilloso ser tan torpe al hablar?

1 comentario:

  1. Creo que es una buena forma de conjuntar colores, apariencias personalidades y sinceridad

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