domingo, 13 de febrero de 2011

Copenhague,

Ania, hace frío y me acuerdo de ti. De eso que dices siempre de que prefieres el frío al calor. Me viene a la cabeza cada vez que salgo a la calle. Aquí todo es distinto a tu Rusia.
Cuando me levanto de alguna manera me convierto en explorador de todo lo que me rodea. No solo de la ciudad sino también de la gente. Aquí son un mezcla entre alemán y sueco y algunos tiene cierto toque francés. Tímidos pero encantadores, callados pero confiados.
SI vienes a visitarme ya sé que es lo que más te va a gustar, los paseos que me doy hasta el puerto todos los domingos. Me abrigo, no tanto como en Moscú, pero bufanda y gorro si que me pongo. Protegido del frío danés pedaleo hasta el puerto donde se ven los barcos perfectamente ordenados sin estarlo pues los pequeños se mezclan con los grandes.
Eterno azul mezclado con el rosa del cielo. Copenhague está hecho a tu medida. Frío, pero no como el ruso. Mar pero intocable prácticamente inmaculado, congelado. Historia y belleza a cada paso que das.
Pero Ania, aunque esto por escrito no se debe decir quiero que sepas que si vienes que sea para quedarte, para quererme aquí en Copenhague.
Te espero,
Niko

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