sábado, 5 de septiembre de 2015

Una clase

Era lunes, creo, la verdad es que no estoy segura. Era 9 de septiembre, de eso si me acuerdo. Tenía la ropa preparada desde hacía dos semanas casi, estaba colgada en mi armario. Me fallaron los zapatos porque no llovía, hacía un sol espléndido. Yo había preparado mis botas favoritas y tuve que ponerme las sandalias viejas del verano. 

Llegué una hora antes que ellos y lo preparé todo. Estaban los libros en su sitio y las mesas como yo quería que estuvieran. Subí las persianas y abrí las ventanas para ventilar. Cogí mi carpeta y repartí sobre los pupitres las hojas que les había preparado. Me senté, ya no sabía qué hacer. 

- ¿Jenna?

Se había asomado Theresa, la profesora de francés. Me sabía el nombre de todos mis compañeros. Gracias a Dios, no conocía a ninguno. 

-Si, dime. 
- Soy Theresa, soy la profesora de francés. Tengo tres horas con tus niños todas las semanas. ¿Qué tal estás?

Estaba aterrada, la verdad. Ella llevaba ocho años en la escuela y parecía super tranquila. ¿Tres horas con mis niños? Los de mis niños fue lo que más me gustó. 

-Bueno, estoy... ¿cómo decirlo? ¿Expectante? 
- Es normal que estés nerviosa. Pero todo va a salir bien. 

Se fue silbando hacia la puerta y canturreando una canción, francesa supongo.

-Por cierto, me encanta tu vestido. Y las sandalias son ideales. 

Luego añadió algo así como 'bon chans'. Luego descubrí que significa 'buena suerte'; la necesitaría. Después de un rato se empezaron a oir gritos afuera, y enseguida 28 niños entraron a puñetazos en la clase y tiraron al suelo casi todo lo que llevaban. De los 28, 19 eran chicos y el resto chicas. Decían que eso significaba tranquilidad pero durante esos primeros 10 minutos yo no logré verla. 

-¡Buenos días!...¡Bienvenidos!...¡Silencio!...¿Basta? ¡TODO EL MUNDO CALLADO Y EN SU SITIO!

Se sentaron. Por fin. Empezaba el curso. 

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