jueves, 1 de octubre de 2015

Life blows

Era una imagen de lo más clásica. Mi café empezaba a enfriarse y la lluvia golpeaba las ventanas. Cuando llueve en Uagadugú, llueve de verdad. Estaba intentando escribir un artículo sobre lo que estaba pasando, pero las palabras no salían. Solo pensaba en ti, en tu mirada, en la gente del aeropuerto. Tenía que entregar el artículo esa noche, y no sabía qué poner. ¿Iba a estar así toda la vida?

" Le coup d'état
  Uagadugú
 Alana Larson

Tus ojos clavados en mi subconsciente no me dejan escribir, ¿sabes? Tengo el olor de tus manos en la memoria y ni siquiera estoy disfrutando del café que me he comprado. Es tan difícil hacerlo todo, ceder y confiar. No quiero sufrir más. Así que déjame contar lo del golpe de estado, déjame hablar de las revueltas que forman parte de mi día a día. Sal de mi cabeza, deja de hablar, porque me lo juego todo."

Nada, no salía nada más que eso. Era una gran oportunidad. El New York Times no manda a una novata por el mundo todos los días. Siempre había querido pisar el continente africano, y el hecho de poder hacerlo como reportera, era mi sueño. Pero no dejaba de pensar en lo que me dijiste, en que amar es atreverse, es decir que sí y que no, pero el sí siempre resulta ser más grande. No dejaba de imaginarme rodeada de mis niños, con tu mirada a mi lado. Tenía que enviar el artículo esa noche.

Cogí el teléfono y marqué tu número, no sé ni qué hora era en Seattle, no lo pensé. 

-¿Sí?
-¿Tommy?
-Sí, ¿quién eres? ¿Son las 3 de la mañana?
-Ya lo sé, soy Alana. Puedes repetirme lo que me dijiste en el aeropuerto. No consigo escribir el maldito artículo porque no consigo acordarme de lo que me dijiste y me está torturando y necesito entregar ya esto, ¿sabes? Me la estás jugando Tommy, necesito este artículo en menos de tres horas y no sale nada...
-Alana, cálmate. Te quiero, eso fue lo que te dije. Te quiero, te quiero y sé que tú también. Así que escribe ese maldito artículo y vuelve a Seattle. 
-Gracias. ¿Me dejarás viajar siempre?
-Claro, no tengo que dejarte yo, es tu vida, cielo. Espero que no te manden a ninguna guerra y que te quieras casar conmigo un día de estos. Es todo. Así que siéntate y escribe eso.
-Gracias Tommy, siento haberte despertado. Lo segundo espero que me lo repitas en condiciones al llegar a Seattle, vuelvo mañana. Creía que estaba hecha para esto, pero necesito estar en casa, contigo.
-Yo creo que vas a ser la mejor reportera del New York Times, no digas que no estás hecha para eso. Ese trabajo lo inventaron para ti. ¡Estás en Burkina Faso, mi amor! 
-Ya, es muy fuerte. Soy idiota, y te quiero, te quiero y quiero decirte que sí siempre. ¿Vale? Nos vemos mañana. Creo que ya sé como empezar el artículo. Duerme, te quiero. 

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