sábado, 6 de agosto de 2011

Knocking in the eyes of love.

Pennsilvania 1960...

Quizá fue la fuerza de la lluvia aquella noche. Puede que las luces de los coches que pasaban a toda velocidad. El cargo de la responsabilidad. Una vida que dependía de ti. Un llanto en la oscuridad. La angustia de no tener ya nada más que darle. El miedo a que tus piernas no aguantaran toda la noche. Te lanzaste a la desesperada.

Estaba envuelto en su mantita de cuadros, lloraba, lloraba, lloraba... Tenía hambre y tu también. Estabas sola. Vislumbraste la luz de una hermosa casa a lo lejos. Con las pocas fuerza que te quedaban anduviste hasta la puerta y miraste por la ventana. Era una casa pequeña pero acogedora. En el sofá había un hombre joven leyendo, solo. No, si no había una mujer, pensaste, no es buen sitio. Pero de repente apareció una mujer joven muy guapa con un pastel en las manos y cantando alegremente. Tú seguías allí parada con el pequeño entre los brazos, tiritando. Ella te vio, se le cayó el pastel y se rompió la fuente. Fue corriendo hacia la puerta. El pequeño Dani seguía llorando... 

Él pudo disfrutar de un beso cariñoso todos los días de su vida, tú le observabas desde arriba.

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