miércoles, 22 de junio de 2011

Siempre en medio, siempre.

Ayer recordé las vueltas en metro, los sonrojos y las tonterías que al rato me hacían reír. Recordé cómo era eso de mirar para atrás y verte, o pillarte mirando hacia delante. Como era eso de oír tu risa y querer saber qué era lo que la provocaba. Recordé tu nombre escrito por toda mi agenda. Historias inspiradas por aquellos estúpidos y fugaces trayectos subterráneos. La camiseta del mono, éxtasis. Pensé en el día que me bajé en tu parada y me acompañaste todo el camino que pudiste. Subir las escaleras detrás de ti sin saber cómo abordarte sin parecer idiota. Cuando conseguíamos ir solos me hablabas de ti y yo de mí, pequeños diez minutos que servían para distraer horas y horas de estudio.
Quevedo ya lo dijo esto es una enfermedad incurable, crece cuando la cuidas, no puedes apagarla, se propaga poco a poco y cada vez es más grande, más fuerte, más... en mi caso más tonto.... l'amour.

Sabes, creo que Tribunal se nos ha quedado pequeño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario