miércoles, 7 de agosto de 2013

amorosidade

Me gustan las mujeres de ojos verdes o negros. Me gustan las pelirrojas. Me gusta ver a una mujer detrás de un libro, me gustan las mujeres de los libros. Me gustan las extranjeras. No me gustan las rubias. Me gusta que me lleven la contraria, que se tiren hablando horas sobre cualquier cosa. Me gustan las contrabajistas y las cantantes de jazz. Melanie no cumplía casi ninguna de estas reglas.

La conocí en Lisboa. Trabajaba por aquellos días en una librería deliciosa. (Era de libros de cocina) 'Tapas y otros aperitivos', 'La mejor cocina francesa en 100 páginas' o 'Cómo cocinar sin mantequilla' eran algunos de los títulos que intentaba vender todos los días.  

Yo entré en busca de un libro para mi prima, de cocina portuguesa. Mi prima tiene un restaurante en Brighton y siempre está innovando. Sabía que algo así le haría ilusión.  Entré con decisión pero me quedé paralizado. Melanie tiene el pelo muy largo, negro y rizado. Sonríe como nadie, y así me sonrió al entrar.

- Buenos días, si le puedo ayudar...
-Ejem... si, buenos días, mire mi prima tiene un restaurante en Brighton. Bueno está empezando, lo montó hace seis meses. El otro día hicimos una cena para celebrar que había aguantado más de cinco meses jajaja. Eh... bueno eso que, ¿por qué le cuento todo esto?
-Jajaja no lo sé. 
-Ah si, me gustaría comprarle un libro de cocina portuguesa.
- Uy pues justo aquí de eso no tenemos. Somos profesionales en cocina de otros países. Pero si quiere le puedo dar la dirección de otra librería. Allí seguro que tienen lo que busca. 
-Perfecto. Oye, ahora me siento mal. Con lo amable que ha sido usted conmigo. Me gustaría comprarle un libro. No debe ser fácil vender libros de cocina...
-La verdad es que no, gracias a Dios esto es temporal... Para mí.
-¿No trabajas aquí siempre?
-Que va, yo soy de Glasgow, estoy aquí para practicar el portugués.

No me había dado cuenta de que hablaba inglés perfectamente...

-Qué curioso. ¡Glasgow! yo soy de Belfast, estamos en frente. 
-Nos separa un mar, peros estamos al lado. Quién lo habría dicho. Tome la dirección, la librería que le digo está en la rua Braamcamp, cerca del centro. 
-¿Su nombre?
- No me hable de usted, por favor.
-Lo mismo digo.
-Melanie.
-Slone, encantado.
-Hasta siempre. 
-¿Esta tarde se daría una vuelta conmigo?
-¿A qué hora?
-¿A qué hora puedes?
-A las seis en la Av. Marginal, cerca del Forte.
-¿En la playa?


Melanie volvió a Glasgow un mes después  y cuatro años después me casé con ella. 
Era 'extranjera',  no era rubia, cantaba fatal y leía sin parar. Es perfecta -

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