Debía hacer calor o por lo menos un sol hermoso de primavera. Debía estar feliz, era su segunda niña, su cuarta alegría. Debían tener miedo porque siempre se tiene en esas situaciones. Se debió de sentir impotente porque no le dejaron entrar a presenciar tan importante acontecimiento. Seguramente eran simpáticos, buenos profesionales. No recuerdo cuánto duró, ni siquiera recuerdo que ocurriera. Finalmente ahí estaba, fea y silenciosa. Ellos felices y confusos. Otra vez eran torpemente responsables de una vida más. Se les había encomendado una cuarta misión: Inés.
Años después esa chiquitina, arrugada y extraña escribe agradecida al mundo este pequeño recuerdo en un sitio que no existía ese 31 de mayo. Escribe dando gracias por aquellos dos jóvenes que con todo su amor han visto crecer a esta tonta internacional que ahora huye lejos echándoles eternamente de menos. Siempre recordará, aunque no lo sabe, todos los días de su vida, todos lo besos, los abrazos. Desde sus primeras deportivas hasta su primer y único 19 cumpleaños.
unica tú. Felicidades
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