Se paró el autobús y llego a su destino. Estaba en medio de una plaza, no muy grande, pero plaza al fin. Llena de coches y niños saliendo de clase. Llevaba su enorme maleta y mucha emoción en el cuerpo. Le dolían los pies, el avión nunca es bueno para ella, en ninguno de los sentidos. Esta vez por lo menos no lo había perdido. Llevaba un moño bien atado y una botella de agua media vacía. Se sentó en un poyete de la calle temiendo que alguien la echara de allí. Le habían avisado que llegarían tarde, no le importaba esperar. Pensaba en qué decir. En si se acordaría de la frase que tanto había ensayado. Pensaba en sus hermanas que la habían despedido tan cariñosamente y pensaba... Llegó quien esperaba y su mente se quedó en blanco más bien gris porque logró articular un tímido "Hallo..." Miró al cielo nublado, pidió que todo saliera bien, que no se olvidara de nada y que jamás olvidara aquel viaje.
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