martes, 12 de junio de 2012

Die Hose

Estaba apoyada en la ventana leyendo a Waugh. De pronto fue una luz, pensé que era un reflejo en mis gafas. Pero no, se repitió tres veces. Me asomé timidamente al balcón y vi que era el mechero de mi nuevo vecino. No, Enid tranquila, no es un pirata haciendo señales desde el río. Me quedé mirándole. Fumaba con muy poco estilo mientras tendía un vaquero. No sabe tender el pobre. 

- Es mejor que lo pongas del revés. 

Se le cayó el cigarro y empezó a buscar por el patio una cabeza asomada hasta que recayó en la mia...

- ¿Del revés? 
- Si, lo que estás poniendo arriba lo pones abajo y así.
- Ah claro, qué imbécil.
- No, no es de imbécil es de no saber hacerlo. Parece que no hayas tendido en tu vida. Esas camisetas no se van a secar en tres días si las sigues poniendo arrugadas ahí.

Supongo que no dijo nada porque se cansó de mi sonrió y volvió dentro, a casa, a su casa. 

Yo me acomodé de nuevo en mi libro, supongo que de tanto leer ya no sé tratar a las personas de mi tiempo. No debí haberle dicho nada, le he asustado.

Mi protagonista se trasladaba a Londres cuando volví a ver el reflejo en la ventana. No le di importancia. Sería otro vecino, otro mechero, otro vaquero mal tendido. Pero se repetía y se repetía. Me volví a asomar. 

- No me has dicho tu nombre. No sé a quién le debo el honor de tener mañana pantalones secos y bien tendidos...
- Enid... 
- Hans.
- Encantada. Los calcetines ponlos por parejas así al destender no se te lían unos con otros y es más fácil tenerlos iguales... 

Se rió. Es muy simpático. Es mi vecino y espero que aprenda a tender, nunca quise estar casada con un inútil. Casada... creo que al final acabaré casándome con un libro, de algún inglés mal tendido...

No hay comentarios:

Publicar un comentario