martes, 2 de octubre de 2012

another perspective

Todas las mañanas cogía el mismo metro. Todas las mañanas con sabor a pasta de dientes. Siempre se sentaba en el asiento cerca de la puerta. No cambiaba jamás de vagón, por muy lleno que fuese. Al subir sacaba su libro perfectamente forrado en papel de periódico, su abuelo le enseñó a cuidarlos. Empezaba a leer y al llegar a Liverpool Street lo guardaba de nuevo en el bolso y salía en orden, si molestar.

Si, así de aburrida era la vida de Claudy Morgan. Pero un día las cosas cambian, el tren no llega y no puede hacer todo con la calma que suele, no puede montarse en el vagón que le gusta porque está realmente lleno, no se sienta en su asiento porque hay una señora mayor y le deja el sitio, no puede leer su libro porque ya se lo ha terminado, no puede bajarse en Liverpool Street porque ya no trabaja alli. Está sentada en Trafalgar Square sin hacer nada. La librería en la que trabajaba cerró hace ya dos semanas y no le queda nada más que su abono de transportes anual.

Todas las mañanas sale de la casa de las hermanas, en Rosemont Road, camina hasta el parque más cercano y se sienta a desayunar el pan con mantequilla que le dan las monjas. Comparte con los patos mientras saborea la sensación de sentir que tiene algo que hacer. Al rato llega Miss Fagan con su pequeña Melissa. Trae el periódico. Claudy no puede evitar recordar sus libros perfectamente forrados en papel gris, los vendió todos en la librería de Charing Cross Road. Gracias a Miss Fagan, que lleva en la calle dos años, Claudy ha podido sobrevivir. Juntas van hasta Covent Garden, allí esperan en una eterna cola a ver si hay suerte. Si llegas antes de las 6.30 puede que te requieran en la carga o descarga de algún camión que venga desde Plymouth. Mientras se mancha de pescado o barre las hojas negras de lechuga, Claudy sueña. 

Sueña que se sube en el metro como cada día, abre su libro como cada día pero esta vez no va forrado de papel de periódico, ya no se baja en Liverpool Street. Ahora corre hasta la cafetería más cercana al río, la que más le gusta, abre su libro por donde le da la gana y siente que se rebela contra el aburrimiento que reinaba en su vida. 

En cambio ahora que no tiene nada, se aburre mucho menos. 

1 comentario:

  1. Muy sabio, para ser exactos...me ha sorprendido un monton, una delicia!! Besis

    ResponderEliminar