Sale el sol y el día se presenta diferente. Una llamada lo testifica. La rutina, por una 'jornada', se quiebra en pequeños maravillosos momentos. El viento arruga tus apuntes quebecoises y saltas a un paso de cebra ilegal. Te reciben en un pseudopijama hogareño y empieza a sonar la música. Una base continua y monotemática hace de un par de sofás y tres ordenadores un instante eterno. Un trabajo es una bendición, una oportunidad. Tres, tres, tres; pizzas, capítulos y vasos de cafeína/teína. Y después de Phil vuelta a la pantalla. Empiezas a viciar las tes con las erres y tienes que volver a redactarlo todo. El tiempo pasa y un café predestinado a ser normal rompe las reglas y pasa a ser confidente de diversas reflexiones. Kids, like kids we laughed. La cocacola lo distorsiona todo como droga inocua y la música no para. El día anochece en el reloj pero no en aquel Madrid que conociste. El tiempo pasa y el trabajo se acaba, se va pero ahí quedan los tres vasos llenos de aire, de palabras, de confesiones imperdonables e irreversibles. Habrá que dar gracias mil veces.
I want to make a ray of sunshine and never leave home
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