Llevábamos viéndonos tres años. Siempre la misma estupidez. La misma tontería de no querer ver lo obvio. Quizá nos dejamos llevar por las opiniones de otros, nos guiamos por lo que decían o por el qué dirán. Pero cuando estuvimos él y yo, verdaderamente solos, nos dormimos. Nos dormimos por miedo a que el sueño desapareciera. Pero no desapareció. A la mañana siguiente seguía en mi cabeza recordándome cada paso, cada beso, cada palabra. Entonces empezamos a querernos y a ser nosotros. Empezamos a vivir la vida que las falsas apariencias nos habían robado. Empezamos a viajar, a cantar bajo la ducha, empezamos a ser una sola vida. A los tres o cuatro meses se presentó otra. Yo siempre caía en la tentación de pensar que era más guapa, más dulce o más divertida que yo. Lo pasé mal, iba a ir a verla. Le iba a hacer una visita al otro lado del mundo y yo me quedaría en Chicago esperando a que volviese.
- Por favor Sean no vayas.
- Pero si solo voy a ver a una amiga, estaré tres o cuatro días y luego me vuelvo. No me voy a olvidar de ti Lacey, no seas celosa.
- Por favor, ella fue alguien en tu vida. No dejes que lo estropee ahora, Sean estamos haciendo algo grande. Estamos creando algo maravilloso. No subas a ese avión, no vayas a Buenos Aires.
- Sé que estamos creando algo grande, soy tan consciente que ni ella será capaz de destruirlo. Te traeré una postal no te preocupes.
Me reí porque eso no me importaba, no necesitaba una postal de Buenos Aires, necesitaba una promesa de fidelidad, de amor, de memoria. Necesitaba la paciencia que el amor exige.
Hola amiga, excelente articulo, lleno de palabras estupendas como: amor, memoria, fidelidad y que hay que decir de Argentina, que maravilla, me dejas con ganas de mas :)
ResponderEliminarMis felicitaciones,
Un saludo,
Francisco M.