domingo, 31 de enero de 2016

No consigo olvidar

Fueron muchos meses, un par de años. Todo son recuerdos, y mi memoria sigue siendo tan buena como cuando nos conocimos y me preguntabas las listas de vocabulario en portugués. Me acuerdo de todo. 

- Está bien, dime tres defectos tuyos. 
-Ahm... la curiosidad mató al gato Miriam, no quieras saberlos. 
- Por favor, dime en tres palabras qué es lo que más odias de ti. 
- Hablo mucho más de lo que querría porque me siento en la obligación de llenar los silencios vacíos en una conversación, y acabo diciendo chorradas. 
- ¿En serio? Yo cuando estoy muy nerviosa hablo demasiado...
-Llevas muy callada toda la noche, me alegra saber que estás a gusto conmigo. 
- Jaja, no seas flipado. No he hablado mucho porque... pues en realidad no lo sé. Supongo que porque hablabas tú.
- Dime, ¿qué es lo que más odias de ti?
-Ya sabes que también hablo de más cuando me pongo nerviosa. 
-Bueno, pero eso es solo una cosa.
- No quiero...
-Está bien, en realidad no hay prisa, tengo toda la vida para descubrirlo. 
-¿Toda la vida?
-Eso he dicho.

No quisimos cumplir ese toda la vida, pero llegaste a tener todo mi corazón en tus manos. Aquella primera noche juntos, cantando y hablando de lo más secreto de nosotros, de las últimas vacaciones que habías pasado en Brasil y de la de tonterías que habías hecho. Yo en mi cabeza iba perdonándotelo todo, porque estaba ciega, feliz y borracha de ideas de un futuro maravilloso. El otro día en una peli, decían que cuando algo es demasiado bonito para ser cierto es que no lo es. Yo no quiero creérmelo, pero en nuestro caso era así. Es como esa otra canción. Sentíamos que nuestras fotos parecían en color mientras el mundo daba vueltas en blanco y negro. Pero no pudo ser, éramos un error en el guion, demasiados puntos suspensivos. Demasiadas alegrías al mismo tiempo. Cuando hay dificultades, el amor se pone a prueba y el nuestro no pudo continuar. Seguimos hablando de más. Yo sigo acordándome de todo y tú queriendo encontrar la felicidad; como todos. 

domingo, 24 de enero de 2016

Una locura

Uno de los sentimientos que más me gusta es el de saber lo enorme que es el mundo, lo poco que lo conozco y la de años que me quedan para poder conocerlo. Como traductora freelance, recibo ofertas de todo el mundo y me abruma esta sensación continuamente.

"Besos desde Taipei, María", "Saludos desde Oslo, Liam", "Aquí ya es de noche, un abrazo desde Beirut"... En fin, que gracias a todos ellos voy conociendo el planeta y sin embargo nunca he tenido el valor de lanzarme a visitarles a todos. Hace años me hice una promesa, intentaría entrar en contacto, más allá de lo profesional, con alguno de mis clientes, sin más intención que la de conseguir visitar alguno de todos esos países en los que se publicaban mis humildes traducciones. La mayoría son artículos científicos o documentos oficiales; desde cartas de recomendación hasta minirevistas de biotecnología.

El proceso de selección de mi destino sería minucioso y siguiendo una serie de criterios. Sería un país fuera de Europa, tendría que tener como lengua oficial alguno de los idiomas que yo hablo (que nunca es fácil, porque el árabe, el japonés y el chino quedan fuera). Me dediqué a ello durante el mes de marzo, planeando aterrizar en alguna parte del mundo a principios de junio. Ahorré desde diciembre del año anterior y por fin reservé los billetes a mediados de mayo. Casi en el límite del plazo que me había fijado.

Escribí a François el 13 de marzo y me contestó tres semanas después, diciéndome que le encantaría quedar conmigo un día en cuanto llegara. François es ingeniero aeronáutico, yo llevaba traduciendo sus artículos desde hace tres años. Jamás nos habíamos visto. El 2 de junio aterricé en Québec con muchísimas ganas de hacerlo todo. Me iba a quedar un mes para recorrer todo lo que me diera tiempo. Quizá elegí un país muy grande, el caso es que me enamoré. François me dio listas y listas de sitios que visitar y me alojó en casa de un amigo durante todo el mes. Quedamos un día a tomar café y después otro a cruzar el río en bicicleta, y luego a visitar Montréal... Conocí los rincones más bonitos de Québec a su lado y nos casamos ocho meses después de que mi avión llegase al aeropuerto.

Québec en invierno se cubre de nieve, la gente sale a patinar sobre el St. Laurent congelado y el mejor plan es quedarse en casa con una taza calentita. La vida cuando es una locura, es mejor. Yo cometí una locura hace seis años, y aquí sigo, viva y feliz. Ahora traduzco desde el otro lado del mundo, pero sigo queriendo ver más. François dice que India, a mí Nueva Zelanda lleva tentándome unos meses. Veremos dónde podremos ir al final, aunque creo que para los niños será más cómodo pasar unos días en las playas del Pacífico... 

martes, 19 de enero de 2016

Take a step -

Me levanto muchas veces con ganas de té y no café, pero irremediablemente termino tomando un descafeinado con galletas. Esas contradicciones hacen de mi vida un sinsentido quizá, pero es lo que soy, una tea person que toma descafeinado. Hay días que querría coger el bus pero como sé que tarda más, termino leyendo cualquier cosa en el metro. Y lo mismo pasa con mi trabajo. Siempre quise ser fotógrafa pero soy diseñadora de páginas web. Diseño los sitios online de otros fotógrafos y con el pago del alquiler, el abono y la comida, se me va el mísero sueldo y nunca tengo para comprarme una cámara de verdad.

Hoy en cambio he desayunado Earl Grey con cereales y he esperado 10 minutos el bus. He llegado al despacho de mi jefe y le he dicho que dejo el trabajo. No ha parecido escandalizarse, lo que me ha ofendido bastante, dado la de horas que he perdido editando páginas mediocres haciéndolas parecer geniales sin conseguir siquiera que él se aprenda mi nombre... Acto seguido he llamado a mi madre para decirle que hoy iba a comer a su casa pero que llevaba yo la comida, tenemos que celebrar esto. No se crean que se me ha ido la cabeza. Ayer, volviendo aburrida del trabajo, se me ocurrió la brillante idea de mirar el mail y vi que una empresa de diseño de Ámsterdam me proponía dirigir un proyecto nuevo con ellos. Les envié mi currículum hace seis meses para colaborar en otro proyecto, ¡pero no dirigirlo! Voy a viajar por fin después de tres años de esclavismo, de ahorros sin un fin concreto, de mañanas de café descafeinado y de paseos por el metro de Madrid. Voy a conocer Ámsterdam y voy a empezar algo nuevo, (además, me han dicho que me proporcionan una Canon). 


A veces hay que lanzarse a la piscina, subirse al bus, invitar a comer a tu madre, tomar té y decirle a tu jefe que se vaya a la mierda. 

sábado, 2 de enero de 2016

Don't Know Why

No puedo escuchar a Norah Jones, me cuesta hacerme un capuccino o ir a Berlín sin pensar en ello. Estaba bien, haciendo lo que me gusta y conociendo a gente maravillosa todos los días. Pero al despertarme me daba cuenta de que había soñado con ella, nos agarrábamos fuerte de la mano y paseábamos por Ginebra sin pensar en nada. El otro día me enteré de que he sido seleccionado para unas prácticas en Berna, será la quinta vez que las pido, pero parece que Dios no quería que me las dieran hasta ahora, quizá para cambiar las calles de nuestra ciudad por otras. Para que me olvidara un poco de todo.
Llegué a Berna el 2 de febrero, justo después de mis exámenes. Había terminado por fin la carrera y me aventuraba a lo siguiente, al futuro incierto que tanto asusta a muchos. Me despedí de todos y cogí el tren a las 10 de la mañana, después de la primera misa en la catedral. Y recordé, allí, en esa estación que recorrimos tantas veces juntos, cómo me cambió la vida estar con ella. 

[...]

Mis tareas en Berna se limitan a hacer lo que más me gusta, además, puedo hablar en alemán y reírme de vez en cuando al descubrir otra curiosidad del variante suizo. Asisto a reuniones y redacto informes en los tres idiomas principales de la Unión Europea, por primera vez en mi vida creo que lo que hago me llevará a donde quiero ir.  

Por las mañanas, suelo tomarme un capuccino, mientras leo, en el Starbucks más cercano al Bureau des Affaires Européens, que es donde trabajo. Hoy no había ni un sitio libre para sentarse así que le pregunté a una chica si le molestaba que me sentara con ella en la mesa. 

-Entschuldigung, macht es dir etwas, wenn ich hier sitze?
-Nein, natürlich nicht, bitte.

Sin planearlo, hemos empezado a hablar, he cerrado el libro y solo podía mirarla a los ojos. Y ha sido ahí, donde mi memoria ha empezado a dejar sitio al futuro y poco a poco el pasado ha tomado su lugar, ha desaparecido parcialmente. Ella se llama Maria y es de Berna, trabaja como profesora de francés en una escuela primaria de la ciudad. 

-Und dir?
-Ich bin Clemens, ich mache ein Praktikum hier im DEA Büro. 

De repente he sentido que todas las puertas que Agnes había abierto, se cerraban poco a poco y daban paso a Maria, a todo lo que podría pasar. He entendido que lo que para mí resultaba imposible, para Dios no lo es y Maria es la prueba de ello. Yo voy a ser realmente feliz, voy a vivir la vida que me ha tocado vivir y lo demás queda perdonado, olvidado y aprendido. 


a tí, al que tanto quise y para el que sigo queriendo lo mejor.