¿Y por qué iba a mentir? Te echo de menos. Como a nadie. Te echo muchísimo de menos y ni siquiera te lo puedo decir. No sé que es peor, el no poder decírtelo o el querer.
¿Por qué soy así? Contradictoria y loca. ¿Cómo puedo estar aquí llorando como una imbécil porque quiero contarte todo lo que me está pasando? Porque quiero que me repitas que todo va a salir bien. Porque de repente quiero volver a contar contigo. Quizá es que soy una caprichosa, o que no sé lo que quiero. O que mi memoria prefiere no acordarse de las lágrimas de tristeza que llenaban mis noches durante la última primavera que pasamos juntos. Mi memoria prefiere torturarme con el recuerdo de tu compañía, con nuestros bailes, con nuestra canción, con tus iniciales rondándome la cabeza. Me hace escuchar tu voz en la boca de otros que hablan tu idioma. Le gusta que siga derramando lágrimas durante el invierno. Ella prefiere recordarme lo feliz que fui, me hace recordar el olor de tu ropa, y el sabor de tus besos. Es una maldita que está consiguiendo volverme loca. Ya no me deja ni soñar. Quiero que lo sepas. Te echo de menos.
Espero que tú también.
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