Son personas encerradas en un par de símbolos. En una realidad que sólo ellos entienden. Pasan horas delante de folios blancos a rellenar con fórmulas y garabatos. Los hay que lo hacen con un buen vino, una mítica canción o un simple traqueteo de lavadora... Siempre me los he imaginado en desiertas buhardillas destartaladas, en un despacho del último piso de la universidad de Tenesse o acelerando partículas (no sé todavía cómo) en Grenoble. Pero la realidad de todo esto es que son personas de verdad. Están creadas por el mismo Creador que el resto e incluso comen las mismas hamburguesas grasientas del Mcdonald's de Gran Vía.
Si, está comprobado que los físicos también se enamoran. De un libro, de un número perfecto o de una bella mujer. Cuando resuelven la ecuación, el problema o consiguen cuadrar los pesos del objeto salen de aquellas madrigueras dispuestos a... Echarse una siesta supongo. Y luego como saben hablar, conocen gente. A mujeres físicas o filósofas, son capaces de cruzar palabra hasta con alguna extravagante actriz. En realidad son sus víctimas preferidas.
Lo descubrí el otro día al salir del quinto despacho de la segunda planta de la universidad. Allí estaba, sentada comiéndose un enorme helado de fresa. Supe que estaba enamorado porque me empezó a latir el corazón a una velocidad que solo es posible conseguir con miles de watios. Puede que alcanzase las doscientas revoluciones por segundo, no lo sé, ya no importa...
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