Se apagan las luces y comienza a escucharse el crujir de las palomitas. Tarde y avergonzados entran dos amigos en el cine. Se sientan sin molestar en la fila número 9, no muy pegados a la pantalla. Todo es cine, hasta el insoportable sonido de la comida destruida en la boca del de detrás o el cuchicheo continuo de los novios de delante. Ellos, en silencio observan atentos a la pantalla. Ella todo lo siente y todo quiere compartirlo, pero como él no es más que un querido amigo no hace más que suspirar. Él la mira de reojo y ve como sus ojos brillan cuando el protagonista sonríe o suelta un hollywodiense 'eres preciosa'. Por sus cabezas no giran más que pensamientos de catástrofe. Pero cual heroína de Austen deja caer su cabeza sobre su hombro y él pone fin a la comedia con un suave beso en la frente. Son amigos, conciben mundos distintos, son terriblemente diferentes, pero el guión nunca está escrito.
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