Esta mañana mientras escribía las aventuras de la pequeña Dulce, sonó la campanita que coloqué en la entrada hace tres años. Entró una mujer de unos 65 ó 70 años. Empezó a mirar el techo, el suelo, las librerías, la colocación de las sillas, el escaparate. No cogió ni un solo libro.
- Bon dia, puc ajudar en alguna cosa?
- Només volia veure com han canviat les coses aquí dins.
Era curiosa, vestía un traje largo gris y llevaba un lazo rosa atado al pelo que lo tenía muy corto.
- Yo antes.. quiero decir, yo hace veinte años estaba sentada como tú. Delante de este espectáculo de maravillas. ¿No te gusta mirar a la gente de la calle? Oír las voces de los locales de al lado, cantar muy alto porque nadie te oye... Me encantaba hacer eso, cantar.
- Perdóneme pero no la entiendo...
- Yo fui dueña de esta tienda durante muchísimos años, pero no vendía libros, vendía limonada. Limonada inexperta se llamaba mi tienda. Tan inexperta como tú.
- ¿Yo? ¿Inexperta?
- Nunca hay nadie en tu tienda.
- Bueno..eso no es mi culpa..
- ¿¡Que no!? Claro que es tu culpa tendrías que...
Gemma me enseñó a llevar la tienda. En realidad ella jamás había trabajado allí. Nunca vendió limonada, soñó con poder ser la dueña de ese local en Las Ramblas y en mí "inexperta experiencia" vio la posibilidad de realizar su sueño. Un sueño de 73 años, en Las Ramblas de Barcelona.
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